«Jesús me curó, pero Madre Carmen intercedió por mí» - Alfa y Omega

«Jesús me curó, pero Madre Carmen intercedió por mí»

María Martínez López
Ilustración: Asun Silva.

Hace diez días, el Papa canonizó en Roma a siete nuevos santos. La lista de santos es enorme, pero, además, hay muchas más personas, anónimas, que también son santas, es decir, que están con Dios. Por eso, la Iglesia celebra hoy el Día de Todos los Santos, en el que nos alegramos por ellos y les pedimos que intercedan por nosotros. ¿Qué quiere decir interceder? La historia de María Isabel y santa Carmen Sallés, una de estas nuevas santas, nos ayuda a entenderlo.

En el año 2000, María Isabel tenía tres años e iba al colegio que tienen en Brasil las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, fundadas por Carmen Sallés. De repente, empezó a tener problemas: tenía mucho sueño, el lado izquierdo de la cara se le quedó paralizado, se le caía la baba, no podía hablar y también perdió la fuerza en el brazo y la pierna izquierdos. Los médicos descubrieron que un trocito de su cerebro había muerto, y no se podía curar. Cuando la madre de María Isabel fue a dar la noticia al colegio, la religiosa responsable de Infantil tuvo la idea de hacer, en el colegio y en casa de la niña, una novena: rezar durante nueve días a la Beata Carmen Sallés, pidiéndole que la niña se curara. Y antes de acabar la novena, ya estaba totalmente curada.

María Isabel no se acuerda de casi nada, pero sabe que «fue Jesús quien me curó, porque sólo Él tiene ese poder. Pero Madre Carmen intercedió por mí ante Jesús, y gracias a esa ayuda conseguí mi curación». 22 médicos han llegado a la conclusión de que su curación no tiene explicación médica. Por eso, se considera un milagro, y gracias a eso se sabe que Carmen Sallés es santa: si puede interceder ante Dios, es que está con Él.

Los padres de María Isabel le han enseñado con mucha insistencia que ella no es extraordinaria por haber recibido un milagro. «Ningún profesor te va a regalar puntos, tienes que ganártelo como todos», le decía su padre. Y es que todos podemos conseguir favores de Dios, aunque no sean tan espectaculares. Para conseguirlo —explica María Isabel— «tenemos que tener mucha fe», pero también aceptar lo que pase al final, «porque si no conseguimos lo que pedimos es porque no era lo mejor para nosotros. Dios sólo nos da lo que es mejor».

Los niños santos, «maestros del amor»

Los niños no sólo podemos beneficiarnos de la ayuda de los santos, sino que también podemos serlo. ¿Os acordáis de Faustino, el niño valenciano al que le encantaba el fútbol, murió a los 16 años, y que podría ser declarado santo dentro de unos años? En marzo, se cumplirán 50 años de su muerte, y con este motivo ha salido una nueva edición del libro sobre él que escribió el padre José María Salaverri, profesor suyo en el colegio. Esta nueva edición tiene una novedad: la introducción que ha escrito el cardenal Angelo Amato, el responsable de la Congregación para las Causas de los Santos. Este organismo, por encargo del Papa, estudia si a alguien se le puede declarar santo. En su prólogo, este cardenal pone a Faustino como ejemplo para todos los católicos: «Dejémonos guiar de estos pequeños, que también son maestros en la ciencia del amor, en la ciencia de los santos, y volvamos a encender en todos nosotros la pasión por nuestra santidad». Estas palabras no significan que ya vaya a ser declarado santo, pero son un motivo más para pensar que ocurrirá pronto.