Isabel Quintanilla. Una biografía recreada en la poética del objeto - Alfa y Omega

Isabel Quintanilla. Una biografía recreada en la poética del objeto

Esta muestra del Thyssen-Bornemisza dedicada a la pintora española, exponente del realismo madrileño, reclama el papel de las mujeres en el arte en unos años especialmente adversos

Javier García-Luengo Manchado
Isabel Quintanilla pintando en el patio de su estudio
Isabel Quintanilla pintando en el patio de su estudio. Foto: © Isabel Quintanilla, VEGAP, Madrid, 2024.

En medio del bullicio diario, frente a la crispación mediática y social que vivimos en nuestra cotidianidad, resulta gratificante pasear, sentir, ver y hasta respirar la realidad silente de los dibujos y las pinturas que reúne la actual exposición consagrada a Isabel Quintanilla (Madrid, 1938-2017) en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, de la que podemos disfrutar hasta el próximo 2 de junio.

La precisión técnica, conjugada con el sentido poético de la mirada de la pintora madrileña, construyen un universo estético donde cualquier elemento, por nimio que sea, adquiere un poder tan evocador como metafórico, tan inspirador como trascendente.

La exposición El realismo íntimo de Isabel Quintanilla, comisariada por Leticia de Cos, se articula en torno a seis grandes capítulos de orden cronológico y temático: «Temprana declaración de intenciones»; «Pintura de proximidad»; «La emoción en la ausencia»; «Compañeras»; «Paisajes queridos» y «Hortus conclusus: naturaleza doméstica». Todas estas secciones nos descubren las principales inquietudes iconográficas de Quintanilla, sobresaliendo su interés por los interiores, los bodegones, así como por los paisajes urbanos y agrestes.

'Homenaje a mi madre'. Pinakothek der Moderne, Múnich
Homenaje a mi madre. Pinakothek der Moderne, Múnich. Foto: © Isabel Quintanilla, VEGAP, Madrid, 2024.

De cada uno de estos géneros, la pintora acuñó una concepción absolutamente personal, descollando su perenne sentido de la luz como eje vertebrador para sus investigaciones. Así observamos la deslumbrante luminosidad de sus paisajes, recreados siempre desde un punto de vista alto, generando unos horizontes amplios, infinitos, que se contraponen a la intimidad de lo doméstico, de las habitaciones de su casa o de su estudio, donde la metafórica luz de una lámpara patentiza una ausencia hecha presente gracias a la versatilidad de los pinceles de esta genial creadora.

De hecho, en tales interiores se constata cómo a través de la poética del objeto Quintanilla recrea su propia biografía, su propia personalidad. Así nos habla de su madre a través de una máquina de coser, aludiendo a la dedicación y al trabajo de su progenitora como modista; de la misma manera que la visión fragmentada de las distintas salas y rincones de su vivienda nos permiten imaginar el espacio físico de su existencia, pero también el espacio de su personalidad y de su vocación. Ambos aspectos, el biográfico y el pictórico, inextricablemente unidos, se fraguaron igualmente en el entorno social y artístico en el que se desenvolvió Quintanilla, el cual aparece sutilmente reflejado en tantas obras de la presente exposición.

'Pensamientos sobre la nevera'. Colección privada. Cortesía Galería Leandro Navarro, Madrid. A la derecha: 'La mesa azul'. Colección privada
Pensamientos sobre la nevera. Colección privada. Cortesía Galería Leandro Navarro, Madrid. A la derecha: La mesa azul. Colección privada. Fotos: © Isabel Quintanilla, VEGAP, Madrid, 2024.

Por ello, con acierto esta muestra ha dedicado un capítulo específico a quienes fueron sus amigas y compañeras de profesión: Esperanza Parada, Amalia Avia y María Moreno; todas ellas vinculadas al llamado realismo madrileño, reclamándose aquí, por otra parte, el papel de aquellas mujeres en el arte contemporáneo, especialmente en unos años adversos para ello, sobresaliendo con su testimonio íntimo y estético la propia Quintanilla. De ello da buena cuenta el hecho de que un gran número de óleos y dibujos colgados en esta antológica procedan de colecciones internacionales, especialmente alemanas, donde tan reconocido fue su trabajo durante los años 70 y 80 del siglo pasado.

Desde nuestro punto de vista, como ya ha señalado la historiografía y la crítica, las 90 obras que componen esta exposición nos permiten descubrir hasta qué punto Isabel Quintanilla supo hallar la modernidad en la pintura española del Siglo de Oro, en concreto en los bodegones de Sánchez Cotán. Como aquel, nuestra autora, a partir de unos objetos humildes, de un profundo sentido de la luz y la realidad, tuvo la capacidad de trascender lo cotidiano, de sublimar lo prosaico, en definitiva, de encontrar el silencio, de hallar la paz y la reconciliación con nuestro aquí y nuestro ahora en medio de un mundo tan poco proclive a ello.