Intentan envenenar con lejía en el cáliz a un cura antimafia - Alfa y Omega

Intentan envenenar con lejía en el cáliz a un cura antimafia

Felice Palamara, párroco de la aldea calabresa de Cessaniti, notó un olor extraño cuando iba a comulgar. «Mi venganza es el perdón», asegura

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Felice Palamera durante el pasado Miércoles de Ceniza
Felice Palamera durante el pasado Miércoles de Ceniza. Foto: Facebook Felice Palamara (Parrocchia San Nicola Pannaconi).

Sucedió en la Misa verpertina del sábado en la parroquia de San Nicolás de Pannaconi, en Cessaniti, un pueblo de la región de Calabria, cuna de la mafia más peligrosa de Italia, la ‘Ndrangheta. Cuando el párroco, Felice Palamara, se disponía a comulgar, notó un olor fuerte a lejía en el cáliz, por lo que paró la celebración y se declaró indispuesto para poder continuar. Seguidamente llamó a la Policía, que descubrió que en las vinajeras alguien había vertido lejía con el propósito de envenenarle.

No es la primera vez que Palamara recibe un aviso de la mafia, debido a sus continuos llamamientos al respeto de la ley en una zona en la que el mismo Ayuntamiento de Cessaniti se encuentra intervenido tras presuntas conexiones del alcalde con redes de extorsión. No hace ni siquiera un mes su coche apareció dañado y en su buzón recibió varias cartas amenazándolo de muerte, por lo que ahora la Policía le está protegiendo con vigilancia 24 horas al día.

Sin embargo, el párroco ha reaccionado en su cuenta de Facebook afirmando que «mi venganza es el amor, y mi escudo es el perdón. Mi acción será la bienvenida; mi palabra, la oración; y mi gesto, un corazón abierto». Así, ante las presiones recibidas, señala que «no voy a ser intimidado, porque más allá de todo, sea quien sea el que ha hecho esto, para mí será siempre un hermano al que amar».

Palamara ha recibido también el apoyo de su obispo, Attilio Nostro, que en un comunicado hecho público por la diócesis de Mileto-Nicotera-Tropea, denuncia «estos actos intimidatorios que nada tienen que ver con la vida cristiana normal de las parroquias». Junto a ello, el prelado pide a las comunidades cristianas «que no se dejen desanimar por este lenguaje de violencia. No debemos ceder a esta lógica, dejándonos tentar por la desesperación y la ira. No podemos aceptar este lenguaje respondiendo al odio con odio, porque no es posible dialogar verdaderamente con quienes se niegan a hacerlo».