Íñigo Méndez de Vigo: «Los principios cristianos están en los tratados europeos» - Alfa y Omega

Íñigo Méndez de Vigo: «Los principios cristianos están en los tratados europeos»

El exministro de Educación participará en una jornada sobre ciudadanía europea en la Fundación Pablo VI el martes 23 de abril

Cristina Sánchez Aguilar

El pensamiento social cristiano en la actual Unión Europea, ¿está presente, ha sido silenciado o ha desaparecido?
Está muy presente. Hace algunos años fuimos a Italia cuatro eurodiputados. Vimos a Giulio Andreotti, referencia entonces del mundo social cristiano europeo. A algunos les parecía que en la Constitución Europea faltaban referencias explícitas a los valores cristianos. La visión de Andreotti era que el cristianismo en el ámbito de la política se condensa en tres ideas: libertad, justicia y solidaridad. Leí la constitución desde esa óptica y ví que estaban los tres principios, y eso es lo que me importa. No el nominalismo. Los principios del cristianismo están en los tratados europeos, que son lo que son; un marco jurídico que establece las reglas del juego.

La inclusión del aborto en la Carta de Derechos Fundamentales —usted estuvo en la elaboración— dista mucho de dichos valores cristianos.
La Unión Europea es un proceso y, por tanto, no se hace en un solo momento. Lo decía Schumann: se hará a través de hechos concretos. Además, los europeos podemos hacer las cosas mejor juntos que por separado. Las competencias de la UE son las que transfieren los estados a través de los tratados. Legislar sobre el aborto no es competencia de la UE, no puede. El Parlamento Europeo adopta resoluciones que no tienen efecto jurídico vinculante. Que diga que el aborto es un derecho fundamental; no lo es y da igual, porque no tiene efecto jurídico alguno. Yo habría votado en contra. Y, además, para reformar la Carta hay que hacerlo por unanimidad.

Ya, pero esta decisión genera un relato.
El relato hay que verlo en sus justos términos y no dejarse llevar por él. Es una resolución sin consecuencias jurídicas. Una cosa es lo que algunos pretendan, sabiendo que no lleva a ningún lado, y luego lo que decimos quienes conocemos los aspectos jurídicos y morales.

Usted siempre defendió como eurodiputado una política común de migración. Qué opina del nuevo pacto, ¿construye una mejor Europa, como era el objetivo?
Nadie pone en duda las políticas medioambientales, que no las puede adoptar solo un Estado miembro porque los ríos atraviesan fronteras. La migración es un caso similar. En estos momentos Europa tiene una clara presión migratoria y no tiene ningún sentido que este tema no se trate a nivel europeo, porque los migrantes entran por un país y se mueven por Europa con facilidad. No puede haber vacíos legales que permitan que la UE sea un queso gruyer. Es mejor regularlo entre todos que tener que poner tapones cada vez que existe una crisis migratoria. Yo soy partidario de una política común que tenga en cuenta las necesidades europeas y la solidaridad con quien busca un bienestar en Europa. Pero somos 27 naciones y hay que ver las cosas desde ese punto de vista. No todo se consigue de una sola vez y, como pasa en la vida, no se consigue el 100 % de lo que uno quiere.Yo creo que en estos momentos era necesario; llevamos años pidiéndolo, es un esfuerzo que merece la pena y nada es para siempre. Si no funciona o nos hemos equivocado, lo corregiremos.

Participará el 23 de abril en la Fundación Pablo VI, en Madrid, en una mesa que analizará si hay conciencia de europeísmo en el ciudadano. ¿La hay?
Me acuerdo de un gran amigo, Carlos Robles Piquer, que decía hace muchos años que los europeos no nos damos cuenta de que lo somos, porque forma parte de nuestras vidas con una cotidianidad casi insultante. Uno se monta en el autobús en Madrid y está sometido a unas reglas no contaminantes, pero no sabe que son reglas europeas.

Otro de los principios fundacionales es el reto de la paz. Ahora mismo estamos inmersos en un conflicto bélico que nos afecta directamente y un polvorín en Oriente Medio que amenaza la seguridad internacional. ¿Qué papel está jugando Europa?
La posición de la UE no es fácil de articular y, sin embargo, se ha conseguido. Se han adoptado sanciones duras frente a Rusia y no es algo fácil de lograr, porque detrás hay muchos siglos de historia y distintas percepciones del peligro que supone Rusia. Uno de los retos que tiene Europa en los próximos años es el reto de su autonomía en tres vertientes. La primera, seguridad y defensa, porque no hay libertad sin seguridad y eso cuesta dinero, pero es importante ver cómo se valora la libertad. Yo soy partidario hace años de avanzar por la línea de la seguridad. La segunda es la autonomía energética; lo hemos visto con la crisis en Ucrania y la dependencia del petróleo. La UE tiene que tener una política energética que le permita ser autónoma y no ser dependiente. Tercera vertiente, los avances tecnológicos. No podemos quedarnos atrás, desde la fabricación de chips a la regulación y ejercicio de la inteligencia artificial. Europa en estos momentos, aunque en ocasiones no contemple nuestras expectativas o no llegue hasta donde querríamos, es fundamental si queremos dentro de unos años no ser un parque temático de otros países que vengan a ver nuestras catedrales y nuestro buen sistema de bienestar, pero no contemos en la regulación de la agenda mundial.