El pasado 8 de febrero el Parlamento Europeo votó a favor de una resolución no vinculante para que la Comisión Europea revisara la directiva que regula los cambios de hora a nivel europeo en primavera y otoño. El texto, aprobado con 384 votos a favor, solicitaba a la CE que realizara una evaluación exhaustiva del impacto sobre la salud del cambio horario y, en caso necesario, presentara una propuesta para su revisión.
A primeros de julio la CE invitó a todos los ciudadanos europeos a pronunciarse sobre la conveniencia de eliminar o mantener este cambio de hora estacional. El resultado fue abrumador: el 84 % de los participantes se manifestó a favor de suprimir el cambio horario, lo cual no nos debe sorprender, ya que desde hace más de 10 años en ARHOE hemos insistido en algo que la propia CE reconoce: por un lado, el efecto global de ahorro de energía que se deriva del cambio horario es marginal y, por otro, el impacto en la salud de las personas es mayor de lo que inicialmente se pensaba, especialmente en niños y ancianos. En este último aspecto, cabe destacar el último Premio Nobel de Medicina a los científicos galardonados por sus descubrimientos de los mecanismos moleculares que controlan el ritmo circadiano, fenómenos biológicos que ocurren rítmicamente alrededor de la misma hora del día, como el sueño.
La naturaleza nos provee con un ciclo de luz-oscuridad que ha influenciado enormemente en nuestra evolución. Y la luz y su ausencia tienen efectos en la salud. No debemos olvidarnos de que somos seres humanos y como tales necesitamos descansar y compartir ciertos objetivos vitales con nuestro entorno personal y familiar. Esto no es un problema solo de física, sino una cuestión que se debe abordar desde diferentes perspectivas, al margen de gustos particulares de algunos olvidando al resto de los conciudadanos.
Mejor el horario de invierno
Dicho esto y ante el próximo futuro que se presenta en relación con la supresión del cambio horario, la cuestión que se debate ahora es: ¿horario de verano o de invierno? O dicho de otra forma: ¿deberíamos quedarnos con la hora que se fija a finales de octubre o con la de marzo? El tema es importante y su terminología también, ya que parece que muchas personas por la mera evocación del verano (vacaciones, buen tiempo…) optan por elegir esta opción olvidando los factores negativos que esto comportaría a un país del sur de Europa como es España.
Mantener el horario de verano (GTM+2) supondría alargar una hora las horas de sol por las tardes desde finales de octubre hasta finales de marzo. Pero retrasaría el horario de salida del sol, por lo que en algunas regiones de la península amanecería a las 10 de la mañana durante los meses de invierno, con el impacto que tendría en la productividad de las empresas y en el rendimiento escolar. Imagínense a los niños entrando de noche en el colegio durante muchos meses del año… Pero, además, ello aumentaría el retraso de horarios de alimentación y sueño, por lo que dormiríamos menos.
Por otra parte, mantener el horario de invierno (GTM+1) tendría ventajas como que el sol saldría una hora antes, facilitando un despertar más natural, y nos permitiría adelantar nuestra hora de alimentación y sueño, por lo que dormiríamos más. Perderíamos, eso sí, una hora de sol por la tarde, pero no nos convertiríamos solarmente en un país nórdico, ya que nuestra posición geográfica es mucho más equilibrada en el reparto de horas de sol y oscuridad a lo largo del año.
Expertos en Cronobiología de la Universidad de Murcia han estudiado estos escenarios y ambas situaciones conllevarían un cambio de hábitos de vida. Y ahí es donde en ARHOE también queremos incidir y no perder una oportunidad única para, además de abordar soluciones a los desajustes horarios desde un punto de vista formal, entrar en el fondo de la cuestión y afrontar el problema de la conciliación en nuestro país. De nada sirve tener un poco de luz en las tardes de invierno si las personas siguen trabajando hasta las 19:00 o 20:00 horas.
Para favorecer la conciliación –un derecho fundamental de todos– es imprescindible reformar nuestro modelo socioeconómico. Para ello, debemos aspirar a unos horarios más racionales y acordes con los de otros países europeos, en los que los ciudadanos terminan de trabajar a las 17:00 o 18:00 horas y les queda tiempo libre para desarrollar su vida personal y familiar. Eso es lo que queremos desde ARHOE y por lo que seguiremos luchando.
José Luis Casero
Presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE)