Como regalo navideño, la plataforma Netflix nos obsequió el pasado 25 de diciembre con el lanzamiento de la miniserie Historias de una generación con el Papa Francisco. No teman, contra la costumbre, en esta ocasión el combinado Netflix-Iglesia católica no ofrece un cóctel ideológico de alto voltaje. Tiene su explicación: la producción corre a cargo de la productora de televisión italiana Simona Ercolani, y del jesuita Antonio Spadaro, bien conocido, entre otras cosas, por sus incursiones en el campo de la llamada ciberteología y por los trabajos que ha desempeñado en el ámbito de la comunicación institucional vaticana.
La propuesta es sencilla y amable, de un perfil muy humano, que navega entre la anécdota y la categoría para mostrarnos al Papa (y no solo al Papa), que confiesa conocer bien el tango y haberlo bailado. Está dividida en cuatro capítulos («Amor», «Sueños», «Lucha» y «Trabajo») y toma a Francisco, como buen pretexto, para tejer en torno a él un tapiz de abuelos, en el mejor sentido posible de la palabra.
Con el propio Papa como hilo conductor, y particularmente con su idea de la necesidad de poner en contacto a las generaciones más jóvenes con las mayores, la serie nos ofrece entrevistas con 18 personas mayores de 70 años, de los lugares y profesiones más variados, que son entrevistadas por cineastas menores de 30 años. Entre los protagonistas desfilan rostros conocidos como el director de cine Martin Scorsesse, o la primatóloga Jane Godall.
La estructura del documental es toda una declaración de intenciones, porque se trata de tender puentes, en este caso audiovisuales, entre creyentes y personas que no necesariamente lo son y, sobre todo, de poner en valor la sabiduría de los que peinan canas. De hecho, la serie está basada en el libro La sabiduría de los años (Mensajero), escrito por el Papa Francisco y que nació tras las reflexiones del Sínodo dedicado a los jóvenes.
La miniserie tiene un aprovechamiento educativo evidente. Los que sean profesores, véanla con los alumnos. El género documental puede que se les atragante un poco, pero es posible analizar fragmentos que, bien seleccionados, pueden darle mucho juego en el aula. Y eso sí, para que salir de las pantallas y que la práctica sea completa, una vez que la hayan visto, mándenles a entrevistar y a ser entrevistados por sus propios abuelos.