Hablan los matrimonios
Los matrimonios han sido los primeros en hablar en las sesiones del Sínodo. Dos parejas de esposos, procedentes de Australia y de Filipinas, han hablado a los Padres sinodales de las dificultades y alegrías de la vida familiar
De momento, las sesiones ordinarias de la Asamblea sinodal están comenzando con los testimonios de los distintos matrimonios invitados al Sínodo. Es el caso de Ron y Mavis Pirola, los Directores del Australian Catholic Marriage and Family Council (Australia), que recibieron el aplauso de los Padres sinodales tras contar su experiencia de vida matrimonial -«como todos los matrimonios, hemos vivido tiempos maravillosos juntos, y tiempos de frustración en los que temimos tener un matrimonio roto»- y familiar: «Junto a una estimulante alegría que nos hacía dar gracias a Dios por nuestros cuatro hijos, también hubo noches en las que nos preguntamos en qué nos habíamos equivocado».
Tal como ha pedido el Papa, han sido muy libres al hablar ante la Asamblea, reclamando «la urgente necesidad de acercar a la gente los documentos del Magisterio», pues por su lenguaje «parecen de otro planeta», así como subrayando que el sacramento del Matrimonio «encuentra su más alta expresión en el acto sexual», al tiempo que han propuesto a las parejas «reverenciar la unión sexual como una parte central de su espiritualidad», para así «apreciar la belleza de las enseñanzas de la Humanae vitae».
Han mostrado también ejemplos de conocidos para atisbar lo que pueden ofrecer las Iglesias domésticas a la nueva evangelización: una familia que acoge en Navidad a un hijo gay y a su pareja -«Es nuestro hijo», afirman-; una divorciada que es un ejemplo ante la parroquia de fortaleza ante la adversidad; una anciana que sale adelante con su hijo único, con síndrome de Down… Así, piden «reducir nuestra tendencia a juzgar a los demás, por ser un obstáculo a la evangelización», pues muchos «necesitan ser acompañados en su camino, ser escuchados y aceptados».
En estos días ya se ha podido atisbar por dónde van las inquietudes de la Iglesia en torno a la familia: los Padres sinodales no ponen en cuestión la doctrina, pero se pide cambiar el lenguaje y mostrar la alegría del matrimonio, enfatizando lo positivo sobre lo negativo, sobre todo el valor de la sexualidad en el matrimonio. Se propone de nuevo la ley de la gradualidad, como un camino a través del cual acercarse al ideal de la familia cristiana. Se está pidiendo verificar las disposiciones de los novios para el matrimonio: no hay que tener miedo de ser exigente con ellos, pues así se evitan las crisis después, y se ha propuesto para ellos un catecumenado.
Se insiste asimismo en el acompañamiento de las parejas en dificultad, que nadie se sienta rechazado o abandonado, sino que pueda sentir el amor de la Iglesia, y tratar de ver a Cristo «en las familias envueltas en el pecado, tal y como estamos todos nosotros». Un último foco es la misionaridad de las familias: que tomen la responsabilidad en el anuncio del Evangelio de la familia, especialmente a otras familias en crisis.
El Papa quiere que el Sínodo sea realmente participativo. El cardenal Baldisseri, Secretario General del Sínodo, les ha pedido a los participantes que se sientan «libres de hablar con la prensa fuera del aula en todo momento, y de todos los temas», y el primero en hacerlo ha sido el propio Papa Francisco, que ha dado unas declaraciones al diario argentino La Nación: «Yo fui Relator del Sínodo de 2001 y había un cardenal que nos decía qué debía tratarse y qué no. Eso no pasará ahora. Ésta es la práctica sinodal que a mí me gusta: que todos puedan decir sus cosas con total libertad. La libertad es siempre muy importante». Pero añade: «Otra cosa es el gobierno de la Iglesia. Eso está en mis manos, después de las correspondientes consultas».
Sobre el libro crítico firmado por cinco cardenales, el Pontífice sostiene que «todos tienen algo que aportar. A mí me da placer discutir con los obispos muy conservadores, pero bien formados intelectualmente». Pero el Papa lamenta que se haya puesto tanto el «énfasis sobre el tema de los divorciados. Es un aspecto que, sin duda, será debatido. Pero, para mí, un problema muy importante son las costumbres actuales de la juventud: la juventud no se casa. Muchísimos jóvenes prefieren convivir sin casarse. ¿Qué debe hacer la Iglesia? ¿Expulsarlos? ¿O, en cambio, acercarse a ellos y llevarles la Palabra de Dios? Yo estoy con esta última posición. Tenemos que acercarnos a los conflictos sociales, a los nuevos y a los viejos, y dar una mano de consuelo, no de estigmatización».
Cardenal Martínez Sistach: Hay que presentar la belleza del matrimonio a los jóvenes, para que, cuando se casen, sepan que su amor debe ser maduro, para toda la vida, fiel y fecundo.
Monseñor Bruno Forte: La doctrina es un mensaje de salvación. En el centro de la doctrina está la misericordia. La fe de la Iglesia no cambia, pero hay que decirla mirando a las personas concretas.
Cardenal Vingt-Trois: La misión de la Iglesia no es poner las cosas difíciles a los hijos de Dios, sino ayudarles a buscar la verdad de sus vidas.
Cardinal Burke: Ha habido una catequesis deficiente en los últimos 40 años. Niños y jóvenes no saben que el matrimonio es una hermosa llamada a la salvación, no sólo a la felicidad en esta vida.
Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk: En este mundo, la familia es la última defensa de la dignidad humana.