«Haberme casado con una niña está mal. Y se acaba aquí»
Misiones Salesianas reabre su museo con la exposición Indestructibles, del periodista Xavier Aldekoa y el fotógrafo Alfons Rodríguez. Un retrato realista de cómo los niños y jóvenes de África luchan por su futuro
La historia de Margaret es la de una de los 125 millones de muchachas del África subsahariana casadas antes de los 18 años. Con 13, se convirtió en la esposa de Joseph, de 25. Según él, aún no tienen relaciones. Pero a ella aún le duele ver a otros niños divertirse con el ayuu, un juego de pelota típico de su región, en Uganda. «Ahora ya no tengo tiempo», se resigna. Trabaja de sol a sol: en el huerto, cocinando, buscando leña, yendo a por agua… «Dejé de ser una niña demasiado rápido», confesó al periodista Xavier Aldekoa y al fotógrafo Alfons Rodríguez, que la han convertido en una de las protagonistas de Indestructibles.
Se trata de un proyecto multiplataforma que pretende acercarse a la realidad de los jóvenes africanos mediante once historias que buscan «dar una imagen muchísimo menos estereotipada» y más realista de África, explica Rodríguez. Constatando, por supuesto, realidades como la pobreza, la guerra o el matrimonio infantil. Pero también mostrando «qué hacen los niños y jóvenes con eso que les pasa, cómo sobreviven y luchan contra ello». Luces y sombras, como las que utiliza en varias de sus fotos.
La historia de Margaret y Joseph es uno de los ejemplos más claros. Junto a la dura realidad de la muchacha, los muestran desgranando las razones por las que quieren al otro. Joseph «es una buena persona», asegura ella. Y reflejan cómo, cada uno por su cuenta, han llegado a la misma conclusión: que, reconoce él, haberse casado así «está mal y se acaba aquí». Si tienen hijas, no seguirán el mismo camino. «Si todos pensaran del matrimonio infantil como ellos dos, esta práctica se acabaría mucho antes», aventura el fotógrafo. Como quizá terminarían antes algunos conflictos con más jóvenes como Heritier, de la República Democrática del Congo, o Djibrine, de Chad, que escaparon respectivamente de un grupo rebelde y de Boko Haram.
Rodríguez y Aldekoa han adaptado esta historia, y las diez que la acompañan, a media docena de formatos distintos: libro y fotolibro, documental (que esperan estrenar en marzo), dos formatos de exposición distintos (uno más clásico y otro interactivo para colegios) y un espectáculo de teatro familiar aún en preparación. Toda una apuesta que han ido sacando adelante a lo largo de los años, en paralelo a sus propios trabajos y otros proyectos. Eran conscientes de que todo su esfuerzo «caería en saco roto si se quedaba sin cruzar el puente» que intentan construir entre los jóvenes africanos y los del primer mundo, que «ya no acuden de la misma manera a los medios», explica Aldekoa.
Cuatro horas a pie al colegio
La exposición más clásica, que pretende ser itinerante, llegó el pasado lunes al Museo de Misiones Salesianas. La ONG de los hijos de don Bosco patrocina Indestructibles, y ha ayudado a los autores sobre el terreno, incluso acogiéndolos en sus centros. Gracias a ellos, en Madagascar conocieron a Marceline, de 15 años. Cada día, sale de su aldea a las tres y media de la mañana para vender leña en Betafo, donde va al colegio. Cuatro horas a pie, ida y vuelta, a las que se suman las tareas domésticas y, ya de noche, los deberes mientras sus hermanos duermen. Nada parece poder interponerse en su sueño de ser maestra. Salvo, quizá, el cambio climático que arruina cosechas, empobrece a sus padres y hace cada vez más impracticable el camino a la escuela. Real y metafóricamente.
Con Indestructibles, reabre sus puertas el Museo de Misiones Salesianas después de la pandemia y de unas obras de rehabilitación. Para su director, Mariano García, la muestra y el trabajo de Aldekoa y Rodríguez «encajan como anillo al dedo» con la labor que llevan haciendo desde hace 40 años, que es «dinamitar los prejuicios» e ideas preconcebidas que algunas personas pueden tener sobre los lugares de misión. Con una de las mejores colecciones etnográficas privadas de Madrid, para García dar a conocer el trabajo de los misioneros «es importante, pero mostrar la realidad de los jóvenes y los ambientes donde trabajamos y dar voz a estos protagonistas y dignificarlos es fundamental».