«Ha crecido la preocupación de los ciudadanos por salvar su patrimonio»
La Lista Roja de la asociación Hispania Nostra, que alerta del patrimonio en mal estado, crece a un ritmo frenético. Para ralentizarlo hacen falta unidad, recursos públicos y huir de la disputa política
La ermita de Cuadrilleros se encuentra en el municipio de Ledesma (Salamanca) y data del siglo XII. Su construcción coincide en el tiempo con la repoblación emprendida en la zona por los reyes de León, tras la retirada de los musulmanes. Es de estilo románico, o por lo menos lo fue, porque con la desamortización del siglo XIX pasó a manos privadas y sus nuevos propietarios la utilizaron como almacén agrícola, cubriendo sus paredes con cemento. En la actualidad, la ermita se encuentra en un estado de abandono y amenaza, como ya ha ocurrido con parte del techo, con venirse abajo.
Su situación ha supuesto que forme parte de la Lista Roja de la asociación Hispania Nostra. En ella figuran los monumentos españoles «que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores», explica Bárbara Cordero, directora general de la entidad, que se dedica desde 1976 a la defensa y puesta en valor del riquísimo patrimonio cultural y natural español. Un trabajo ingente: «España es el tercer país con mayor número de bienes declarados como Patrimonio Mundial por la Unesco; estamos por detrás de China, porque nos gana en el ámbito natural, y de Italia. De hecho, es prácticamente imposible viajar por nuestro país sin toparse con algunos bienes de este tipo».
Además de la Lista Roja también existe la Lista Negra, conformada por aquellos elementos que han sido destruidos o alterados gravemente, y la Lista Verde, donde figuran los bienes sobre los que se ha podido intervenir satisfactoriamente. «El objetivo es que la negra no crezca y que sí lo haga la verde», asegura Bárbara Cordero. En este sentido, recuerda la Iglesia de Valdavida (León). Gracias a la movilización de todo el pueblo, se restauró el retablo del templo y pasó a la Lista Verde. Después, además, se creó una ruta de retablos platerescos de la zona.
La ermita salmantina de Cuadrilleros no ocupa cualquier lugar en la Lista Roja. Desde principios de noviembre, ocupa el puesto número 1.000 de este particular inventario que no deja de crecer. Al cierre de esta edición, contaba ya con 1.023 entradas. Cordero, sin embargo, afronta con optimismo el incremento de registros. «Más allá de lo que pueda parecer, una lista cada vez más grande nos habla de una mayor sensibilidad de la sociedad civil y una preocupación activa de los ciudadanos por salvar su patrimonio», aclara. La razón es que son las personas las encargadas de dar la voz de alarma. «La Lista Roja se nutre gracias a gente corriente que ve algún monumento en mal estado y nos avisa. Lo habitual es que se cumplimente una ficha». Y, a partir de ahí, «nuestro comité científico», compuesto por profesionales de distintas áreas, «estudia el caso, recaba el máximo número de datos posibles y decide su inclusión o no en el inventario». En caso de que entre, «automáticamente se difunde la situación de este elemento patrimonial para tratar de movilizar a todos los implicados: la administración competente, los dueños del monumento –la Iglesia, si se trata de algún bien eclesiástico– e incluso los propios vecinos del lugar», detalla.
Esta colaboración colectiva no es un capricho, sino una necesidad, porque «el patrimonio no puede salvarse solo a través de las administraciones y sus presupuestos», concluye Bárbara Cordero. «El problema es que un patrimonio tan grande requiere unos recursos igual de grandes y eso, en las arcas públicas, no está. Hay que asumirlo», puntualiza Víctor Antona, arqueólogo y miembro del comité científico de Hispania Nostra. «También hay que tener en cuenta que nos movemos en escalas de tiempo radicalmente distintas», añade. «El tiempo del patrimonio se mide en siglos, en milenios, y el tiempo de los humanos, en décadas». Ante esta diferencia, Antona siempre recomienda «paciencia, huir de cualquier disputa política –porque las intervenciones suelen durar más que las legislaturas, y lo que ha comenzado un Gobierno de un color lo puede tener que terminar uno de otro–» y trabajar con perspectiva transgeneracional: «Nosotros debemos dar pasos para que la siguiente generación siga dando pasos, y que, a su vez, la siguiente generación dé otros pasos».
Lógicamente, concluye el arqueólogo, «me gustaría que el presupuesto en este ámbito fuera más alto –los presupuestos de 2022, los que más dinero destinan a cultura, precisamente han recortado un 8,6 % la partida de conservación y restauración–, pero también hay que reconocer que en los últimos años se ha hecho una labor titánica de restauración, consolidación y recuperación del patrimonio en España».
Villamorón solo tiene un habitante censado, pero 150 descendientes de quienes en su día vivieron en el pueblo han iniciado una campaña de micromecenazgo a través de la plataforma de Hispania Nostra para recuperar el interior de la iglesia parroquial, que data del siglo XIII.
El objetivo es alcanzar al menos 15.000 € antes del próximo 11 de diciembre. Hasta el momento, alrededor de 120 donantes se han sumado al proyecto y han aportado más de 10.000€, por lo que tienen que reunir alrededor de 5.000€ más antes de esa fecha para poder llevar a cabo el proyecto.