«Ha aumentado nuestra fe»
¿Qué es lo que sucede después de estar al borde la muerte y volver a la vida tras la intercesión de un santo? ¿Cómo recuperar la normalidad cuando una hija tuya ha estado a punto de morir y ha sido sanada gracias a una intervención providencial de Dios? La sanación tras un milagro, ¿se queda solo en lo físico o va más allá? La hija de Ana se recuperó de una anemia fetal
Jesús cura porque es bueno y porque nuestro sufrimiento le importa. Lo tiene claro Ana, a quien en su quinto embarazo le detectaron una complicación que ponía en riesgo la salud de su bebé: su cuerpo generaba anticuerpos que atacaban los glóbulos rojos de su hija y le provocaban una anemia fetal. «Todo eso fue para mí una preocupación brutal, porque la anemia en un bebé puede llegar a ser fatal. Y a pesar de ser de Misa diaria y de haber rezado siempre que me pedían oración por alguien, viví esos días con mucha incertidumbre y mucha ansiedad», reconoce hoy Ana.
Por eso, cuando fue a la oración por los enfermos en su parroquia, recelaba, «pues tenía delante un dato objetivo que no creía que pudiera cambiar». Sin embargo, cambió: «Me costó que rezaran por mí», reconoce Ana, pero al día siguiente tenía de nuevo control médico y, si se repetían los resultados anteriores, le iban a inducir el parto. No fue necesario, todas las pruebas fueron bien.
Su bebé, Ana, nació hace apenas un mes, y se encuentra perfectamente. «Lo de mi bebé ha sido un regalo increíble», dice hoy su madre, «pero igual de importante es que todo esto ha cambiado nuestra manera de vivir la fe. Doy gracias a Dios por la curación de mi hija, pero también porque ha aumentado la fe de nuestra familia. Ahora sé que a Dios le importa lo grande, lo mediano y lo pequeño. Es como si dijera: “Eso que tienes en tu corazón es lo que quiero curar”. Antes me quitaba la paz cualquier preocupación, y eso repercutía en mi entorno porque desaparecía la alegría; ahora, en cambio, cuando algo me inquieta rezo y lo pongo con confianza en las manos de Dios. Creo que la mayor curación que hemos vivido ha sido la de alejar las preocupaciones innecesarias. Pienso continuamente en el Evangelio de los lirios del campos y las aves del cielo, como si Jesús me repitiera constantemente: “Yo estoy en todo, deja de preocuparte”».
En este abandono la precedieron desde el primero momento sus hijos, pues cuando les comunicaron que su hermanita se había curado, la mayor respondió: “Pues claro, es que yo ya se lo había pedido a Jesús por las noches”…». Además, su marido confirma que «lo que más ha cambiado mi vida es darme cuenta de que, por más increíble que parezca, Dios actúa en todo así. Puede cambiarte el corazón, puede actuar en las relaciones humanas, puede interesarse porque te duele una uña… Es un Dios grande preocupado hasta de lo más pequeño. Lo sabemos, pero ¿lo creemos? Después de la gracia de Anita, estoy seguro de que es así».
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