Guzmán Carriquiry: «Algunos alejados empiezan a sentir atracción por la Iglesia»
Pocas personas pueden presumir de haber publicado un libro prologado por un Papa. Es el caso del jurista uruguayo don Guzmán Carriquiry, secretario de la Comisión Pontificia para América Latina, y autor de El Bicentenario de la Independencia de los Países Latinoamericanos (Ediciones Encuentro). El doctor Carriquiry ocupa un cargo habitualmente reservado a arzobispos, y es amigo personal de Jorge Bergoglio desde hace varios años. Conoce bien su trayectoria en Buenos Aires. Como Papa —cree—, dará un impulso a la nueva evangelización desde «la radicalidad evangélica» y «en diálogo constante con todo el mundo». Sobre el origen hispanoamericano del Pontífice, afirma: «Si en nuestras naciones existe hoy un legítimo orgullo por este acontecimiento, nuestras Iglesias deben demostrarse dignas del lugar en que las ha colocado la Providencia»
Es el primer Papa hispanoamericano de la Historia. ¿Qué novedades son previsibles tras esta elección?
Han elegido a un argentino, a un hispanoamericano. Iberoamérica es una región cada vez más emergente en la escena mundial, que ha dado a la Iglesia universal lo mejor de sí misma; ha devuelto al centro del cristianismo el tesoro de la tradición católica que le llegó, hace cinco siglos, a través de la primera evangelización de los misioneros europeos, y que ha sido profundamente asumida por la cultura, la historia y la vida de nuestros pueblos. Si en nuestras naciones existe hoy un legítimo orgullo por este acontecimiento, nuestras iglesias deben demostrarse dignas del lugar en que las ha colocado la Providencia.
El primer reto de este pontificado es la nueva evangelización. ¿El Papa Francisco está dispuesto a afrontarla con decisión?
Desde luego que sí. Buenos Aires, la grandísima diócesis que ha regido hasta hace poco, es una gigantesca ciudad cosmopolita, la más atenta a las corrientes del pensamiento europeo, con la mayor densidad intelectual y cultural de Iberoamérica. El cristianismo está en la raíz del pueblo, pero al mismo tiempo se manifiesta plenamente la secularización típica de Occidente. El cardenal Bergoglio, en su tarea pastoral, siempre cercano a su gente, ha tenido que afrontar todos estos fermentos y lo ha hecho basándose en la radicalidad evangélica, en diálogo constante con todo el mundo y con un profundo discernimiento cristiano de largo alcance. No teoriza la nueva evangelización, la hace.
La dimensión del encuentro y del diálogo ha aparecido ya como una de sus principales actitudes.
Ésa es una de las razones por las que está bien preparado para ser pastor de la Iglesia universal, pero también al servicio de una Humanidad en busca de sentido.
¿Cuáles podrían ser las coordenadas de su magisterio pontificio?
La luz de sus ojos es la Evangelii nuntiandi. Su invitación esencial será la de convertirse en discípulos seguidores de Cristo. ¡Una Iglesia evangelizada y evangelizadora! Buscará, pues, comunicar el Evangelio al estilo de san Francisco, con humildad y con franqueza, lleno de celo apostólico. Privilegiará además los caminos de la religiosidad popular, especialmente la devoción mariana. No dejará de emprender viajes apostólicos para encontrar a los hombres allí donde viven, porque sabe que su mejor apostolado es el de cara a cara, de persona a persona.
Defenderá a capa y espada los principios básicos de la doctrina cristiana, pero no buscará el enfrentamiento muro contra muro; más bien subrayará la belleza de la experiencia cristiana que hace más comprensibles las normas morales. A veces pronunciará palabras duras, pero siempre con aquella actitud de misericordia que distingue netamente entre el mal, el pecado, y aquellos que se equivocan y que no están sujetos a condena, sino que son abrazados por un amor que cambia la vida haciéndola más verdadera, más humana. Algunos que estaban alejados ya empiezan a sentir la atracción de la Iglesia. Sin duda dejará oír, ahora con resonancia mundial, su voz profética que fulmina toda forma de explotación y de exclusión, solidaria con los más necesitados, los preferidos del amor de Dios. Su pontificado se sitúa más allá del derrumbamiento del imperio totalitario del socialismo real y de las contradicciones e iniquidades del neoliberalismo capitalista alimentado por la utopía del mercado autorregulador. En su prólogo a mi libro Una apuesta por América Latina, escribía que «los ingentes problemas y desafíos de nuestra realidad no se pueden resolver reproponiendo viejas actitudes ideológicas tan anacrónicas como nocivas, o propagando decadentes subproductos culturales del ultra liberalismo individualista y del hedonismo consumista de la sociedad del espectáculo».
¿Cuáles son las características de su espiritualidad?
Una constante confianza en la oración, una gran austeridad personal y un fuerte sentido de penitencia. Su serenidad procede de su confianza en Dios. Frente a decisiones difíciles, las deja sedimentar en la oración y en el discernimiento, e invoca, sobre todo, la ayuda de la Virgen Desatanudos. Recemos para que resuenen siempre en su corazón las palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a Juan Diego: No temas ni te aflijas… ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre?