La Iglesia pide «vigilancia y oración» ante el golpe de Estado en Myanmar - Alfa y Omega

La Iglesia pide «vigilancia y oración» ante el golpe de Estado en Myanmar

El Ejército se ha hecho con el poder por un año al considerar «fraude» la victoria de Aung San Suu Kyi en las elecciones de noviembre. La Iglesia pidió votar a favor de «una democracia robusta», pues «es la única esperanza de curar a esta nación»

Redacción
Foto: AFP / Soe Than Win.

Tras el golpe de Estado de este lunes en Myanmar, en las calles de Yangon, su principal ciudad, «no hay protestas, concentraciones» ni tensión. Pero sí «una fuerte reacción en las redes sociales» a pesar de que «las líneas telefónicas están cortadas en todo el país y solo funcionan aquí y en la capital, Naypydaw». Son las noticias que han llegado a la agencia Fides del laico Joseph Kung Za Hmung, director del periódico católico birmano Gloria News Journal.

A primera hora del lunes, el Ejército de Birmania ha declarado el estado de emergencia y ha tomado el control político del país durante un año, además de detener a Suu Kyi, líder de la Liga Nacional para la Democracia (LND); al hasta ahora presidente, Win Myint y al menos a una treintena más de personas, como decenas de miembros de la LND y un puñado de activistas y artistas, conforme a una lista extraoficial a la que ha tenido acceso EFE.

La mayor parte de la sociedad «parece sobre todo desorientada», describe Za Hmung. «La gente está a la espera, pues se teme que una protesta en masa podría desembocar en un golpe definitivo» que volviera a llevar a los generales al poder «durante décadas» y suponer el fin de la transición democrática en la antigua Birmania.

El cardenal Bo, fuera de Yangon

Desde la Iglesia, se ha pedido a los católicos «vigilancia y oración». El golpe de Estado sorprendió al máximo líder católico del país, el cardenal Charles Bo, arzobispo de Yangon, de visita en la región de Kachin. Pero su obispo auxiliar, John Saw Yaw Han, ha hecho una llamada a la prudencia. Se dirigía en primer lugar a los sacerdotes, a los que ha pedido que «controlen quiénes entran» en edificios de la Iglesia, «por razones de seguridad».

También les exhorta a «no hacer declaraciones a título individual», para evitar sembrar más confusión. En vez de eso, les anima a «cuidar la liturgia, animando a todos los fieles a rezar intensamente por la paz». La nota también aconseja que todos se aprovisionen de comida y medicamentos, e invita a dirigirse a él mismo en caso de emergencia.

Condena de la UE

La Unión Europea (UE) ha condenado «enérgicamente» el golpe, y ha defendido la transición democrática iniciada en el país en el 2011 tras casi medio siglo de dictadura militar. «Pido a los militares que liberen a todos los que han sido detenidos ilegalmente en redadas por todo el país», tuiteó el presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, quien instó a «respetar el resultado de las elecciones y restablecer el proceso democrático».

El golpe de Estado no ha sido una sorpresa. «En los últimos días había habido señales de los líderes militares» en esta dirección, explica el director de Gloria News Journal. El partido más cercano a ellos, Unión, Solidaridad y Desarrollo (USD), lleva semanas denunciando que la masiva victoria de la LND en las elecciones de noviembre se debía al «fraude». En estos segundos comicios libres, el partido de Suu Kyi logró el 83 % de los escaños en liza. Este lunes estaba previsto que se celebrara la primera sesión del nuevo Parlamento.

Los líderes religiosos pidieron reconciliación

«Los resultados de las elecciones y la Constitución deben ser respetados», ha insistido el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, en su cuenta en la red social Twitter. «El pueblo de Myanmar quiere la democracia. La UE está con ellos». En parecidos términos se ha manifestado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen: «El Gobierno civil legítimo debe ser restaurado, de acuerdo con la Constitución del país y las elecciones de noviembre».

La semana pasada, cuando las tensiones políticas aumentaban, la plataforma Religiones para la Paz de Myanmar hizo público un llamamiento público a los gobernantes y a los líderes étnicos, políticos y militares, y a todas las personas de buena voluntad, a hacer «un esfuerzo mayor por la paz y la reconciliación». El contenido del texto trascendía la situación actual, y mencionaba la necesidad de seguir creando las condiciones para la paz, de eliminar toda discriminación étnica, de buscar soluciones políticas a los problemas, de continuar la reforma de la justicia, la enseñanza y la sanidad y de avanzar hacia la descentralización.

Apoyo de la Iglesia a la transición

En un país donde los católicos son solo en 1 % de la población, la Iglesia siempre ha apoyado de diversas formas la transición democrática. Su labor recibió en noviembre de 2017 el respaldo del Papa Francisco, que en su visita al país lanzó un mensaje discreto y diplomático pero también claro sobre esta cuestión y la reconciliación étnica: «El futuro de Myanmar debe ser una paz basada en el respeto de la dignidad y de los derechos de cada miembro de la sociedad, en el respeto por cada grupo étnico y su identidad» y en un orden democrático «que permita a cada individuo y a cada grupo —sin excluir a nadie— ofrecer su contribución legítima al bien común».

También se reunió a puerta cerrada con el general Min Aung Hlaing, comandante jefe de las Fuerzas Armadas Birmanas y, por tanto, último responsable de la persecución a los rohinyá. Según la oficina de prensa de la Santa Sede, en el encuentro se trató «la responsabilidad de las autoridades en esta época de transición».

La reacción de los rohinyás

Los refugiados rohinyás en Bangladés han recibido la noticia del golpe de Estado militar en Myanmar con sentimientos encontrados. Mohammad Jubair, líder de la Sociedad Arakan Rohinyá para la Paz y los Derechos Humanos, describía desde Cox’s Bazar su «sensación de alegría» por la detención de Suu Kyi.

Gran parte de los miembros de este grupo étnico y religioso acusan a la premio Nobel de la Paz de inacción y complicidad con las matanzas que sufrieron en 2017, y que causaron la huida de 738.000 personas. «Violaron a nuestras madres y hermanas, mataron a nuestra gente, nos quitaron nuestras tierras y nos obligaron a vivir aquí en este pequeño refugio», y Suu Kyi «no hizo nada», afirmó Jubair.

Sin embargo, no todos los rohinyás comparte esta opinión. Abdur Rahman, que solía impartir clases en Birmania antes de huir, reconoció a EFE que «ningún golpe de Estado es bueno», por lo que evitó celebrar lo sucedido. A pesar de su decepción acerca de la líder de facto de su país de origen, «manteníamos una ligera esperanza que ahora se ha esfumado y me temo que la situación empeorará».