Pascal Gollnisch: «Si los cristianos de Oriente desaparecen, será una pérdida para sus países»
El director de L’Oeuvre d’Orient presentó en Madrid su labor a favor de las comunidades cristianas de Oriente Medio. Antes de la ayuda, subrayó, es clave la comunión y el conocimiento mutuo
Lo que está ocurriendo en Ucrania «es una auténtica locura, la locura del mal», subrayó el jueves Pascal Gollnisch, director de L’Oeuvre d’Orient. El sacerdote francés ha viajado esta semana a España para dar a conocer cómo ayuda a los cristianos de Oriente esta entidad, que se prepara para instalarse en nuestro país.
En primer lugar, es una «locura» la forma en la que se ha desencadenado la invasión rusa. «Nadie amenazaba realmente a Rusia», país que tiene 4.000 bombas nucleares tácticas, aseguró en la Casa Árabe durante su conferencia Geopolítica de los cristianos de Oriente.
También es terrible la misma modalidad de la guerra. Es la misma locura que «hemos visto en Siria, en Alepo u Homs». Una forma de combatir propia de «hace 80 años: bombardear y, cuando todo está destruido, entrar, violar a las mujeres y matar a los hombres».
Durante su visita a Ucrania justo antes de venir a España, Gollnisch estuvo en un hospital militar, y le conmovió ver a «jóvenes de 24 años mutilados para el resto de su vida», o «con el rostro desfigurado». Más aún, algunas actitudes de los soldados rusos le recuerdan a las del Daesh. «Hay que parar esta guerra, es un sinsentido».
«No hay persecución»
Más allá de este breve resumen de su visita, realizado a petición del moderador, el periodista Fernando de Haro, Gollnisch se centró en la realidad de Oriente Medio. «No podemos decir que en toda la región haya constantemente una persecución sistemática» contra los cristianos, subrayó. «A veces se producen», como con el Daesh.
Pero conviven con hechos como que «la última vez que fui a Egipto estuve en el colegio de una iglesia cristiana, y en su patio había 72 autobuses» de transporte escolar, en un ambiente de normalidad. «Eso no es una persecución», aunque sí hay «discriminación y a veces actos de violencia puntual».
Por su parte, los cristianos «no tienen la mentalidad de fortaleza asediada». Al contrario, son personas «con una misión evangélica», activas, que «quieren jugar un papel en nombre de su fe» por medio de la educación o la atención sanitaria. Otra aportación relevante es el poder hablar «con unos y con otros». Por ejemplo, cuando hacen declaraciones públicas los patriarcas maronita y caldeo en el Líbano e Irak respectivamente, sus palabras «van más allá» del limitado número de sus feligreses.
Si el Líbano desaparece «sería trágico»
Precisamente el Líbano centró gran parte del diálogo, en el que también participó Jumana Trad, presidenta de la Fundación Promoción Social. El país se encuentra sumido desde 2019 en una profunda crisis, que lo ha hecho pasar de ser un país de clase media, con uno de los mejores sistemas educativos y sanitarios de la región, a tener al 80 % de sus habitantes por debajo del umbral de la pobreza.
Además de otros factores, Gollnisch apuntó que el Líbano «ha vivido por encima de sus recursos», acostumbrado a las aportaciones económicas de la diáspora. Y recalcó que su futuro «solo se podrá construir» desde el mismo país. «Tiene que volver a haber producción interna, agrícola, y los jóvenes tienen que trabajar». Por eso L’Oeuvre d’Orient promueve centros de formación y les ofrece microcréditos.
También es fundamental «ayudar a que viva en cierta neutralidad» dentro de la región, como pide continuamente el patriarca maronita, Bechara Boutros Raï. «No podemos seguir teniendo una milicia armada» equivalente al Ejército, como es el movimiento chiita Hizbulá.
En este país, el presidente debe ser, por ley, cristiano maronita y el primer ministro, sunita. «Podemos cuestionar el sistema confesional», reconoció Gollnisch. Pero si el país desaparece, como apuntan algunas previsiones, «sería trágico», y «un mensaje desastroso para todo Oriente Medio», pues es el país de la región con más libertad religiosa, incluso para convertirse.
El islam, en crisis
En toda la región «tenemos que buscar vías», un «modelo» para que cristianos y musulmanes avancen juntos. El islam, explicó, «está atravesando una crisis» al confrontarse con la «modernidad racionalista» y el individualismo. Como reacción, «vemos a los fundamentalistas violentos», y a otros sectores «algo perdidos». Pero muchos «están abiertos a debatir con los cristianos sobre su visión de la persona».
También sobre el futuro de sus países. «No es suficiente manifestarse», como en la Primavera Árabe o en otras revoluciones sociales, «para tener un proyecto político». Hace falta «ir elaborando un pensamiento» sobre «qué quieren las nuevas generaciones para sus países». Es necesario también «tener gente, construir un grupo que llegue al poder». Y los cristianos, que tienen buena formación, pueden contribuir enormemente a ello; siempre con los musulmanes.
Desde L’Oeuvre d’Orient, «queremos ayudarles en esta misión», para que «sigan siendo lo que son, artesanos de paz». Si estas comunidades desapareciesen, «no sería solo una pérdida para ellos mismos» al dejar su tierra, o para la Iglesia; sino «para sus países».
Para sostenerlos, es fundamental «estar en relación, en comunión con ellos» para promover un «conocimiento mutuo». Hay que «cambiar la mirada», pues «muchas veces pensamos que allí solo hay conflicto y países que se derrumban». Por eso, pidió «crear a través del Mediterráneo vínculos de comunión y conocimiento mutuo». El resto, los proyectos, las escuelas y hospitales, «vendrá solo».