Giavani Cairo, Tadeo en 'The Chosen': «Quería profundizar en mi fe y se hizo realidad»

Giavani Cairo, Tadeo en The Chosen: «Quería profundizar en mi fe y se hizo realidad»

«Mi personaje me está enseñando a ser mejor persona. Es un mediador, intenta de verdad ver y querer a la gente por quien realmente», afirma el actor pocas semanas antes del estreno de la quinta temporada

María Martínez López
Cairo (de pie, tercer por la derecha) en una escena de la serie
Cairo (de pie, de amarillo) en una escena de la serie.

Para Giavani Cairo, ser elegido para interpretar a san Judas Tadeo en The Chosen fue en cierto sentido una respuesta a sus oraciones en un momento en el que estaba un poco perdido. En 2018, el actor de Michigan estaba empezando a estar cansado de actuar. Se había mudado a Los Ángeles unos años antes después de enamorarse de la interpretación en el último año de instituto.

Se empezó a dar cuenta de que estaba persiguiendo ese sueño «por las razones equivocadas. Quería estar en televisión o en el candelero. No era gratificante». Y mientras, echaba de menos a su familia, con quien la relación se estaba deteriorando. «Me sentía realmente perdido».

Una amiga le sugirió hacer voluntariado y fijarse metas concretas para ese año. Gracias a ella, hizo el propósito de leer la Biblia y volver a rezar cada día. Con todo, «no creía que lo estuviera haciendo bien», confiesa. Educado como católico, con el tiempo se había alejado de la Iglesia. De pequeño, «la fe parecía algo que simplemente hacías. Haces la Primera Comunión y te confirmas y luego vas a la iglesia los fines de semana. Pero nunca sentí que tuviera una relación con Cristo».

Una serie de poco presupuesto

Eso cambió cuando, junto a sus intentos de profundizar en la oración, le surgió la oportunidad de meterse en la piel de uno de los apóstoles. «Unas pocas semanas antes de Año Nuevo había hecho una audición para The Chosen», recuerda. No había ido muy convencido: tenía poco presupuesto y, siendo de temática religiosa, pocas opciones de éxito.

Por otro lado, el guion y la visión de Dallas Jenkins, creador y director de la serie, le habían impresionado. Poco después lo invitaron a una llamada de Skype con Jenkins y otros actores ya contratados. El director le dijo: «No sabemos dónde vamos a ponerte pero te queremos».

«Me hizo mucha ilusión porque se hacían realidad las dos cosas que más quería ese año: profundizar en mi fe y conseguir una serie», relata en entrevista a OSV News. Su testimonio prepara el terreno para el lanzamiento, en marzo, de la quinta temporada de la aclamada serie, producida por 5&2 Studios, empresa fundada por Jenkins.

No es el único miembro del elenco que ha redescubierto la fe gracias a este trabajo. Entre ellos está también su protagonista, Jonathan Roumie, que interpreta a Jesús.

Aprendiendo del apóstol

Al final le asignaron a san Judas Tadeo. Recuerda que a la hora de diseñar al personaje no había mucha información. Así, optó por hacerlo «un poco más tranquilo que muchos de los otros. Es un observador, como yo». Pero tampoco se parecen en todo. De joven «no tenía la confianza para decir lo que pensaba o defender a otros. Pero él sí. Me está enseñando a ser mejor persona».

De hecho, subraya que este papel le ha cambiado la vida. «Judas Tadeo es un mediador, intenta de verdad ver a la gente por quien realmente son y siempre quiere que se sientan vistos. Es el tipo de amigo que siempre quería y siempre quería ser. Lo que he aprendido es a querer a la gente por quienes son».

No es el único que se identifica con un personaje. De hecho, subraya que es algo que está hecho a propósito y ve en ello una de las razones de la popularidad de la serie. «Empiezas a reconocer partes de ti mismo» en los personajes. «Ves a Simón Pedro frustrarse o sentir que lo va a perder todo por tener que pagar impuestos. Ves a Jesús riéndose y haciendo bromas en una boda con los discípulos. Nos identificamos con ellos».

Al mismo tiempo, no deja de señalar que se trata de «la historia más importante jamás contada. Todos sabemos hacia dónde va», pero «tenemos la responsabilidad de compartirla y eso no terminará nunca». Y concluye: «Es el comienzo de lo que podemos hacer como discípulos: mostrarnos amor unos a otros y difundir el Evangelio».