Gestos de fraternidad en Irak en la semana posterior a la visita del Papa

Gestos de fraternidad en Irak en la semana posterior a la visita del Papa

La invitación al gran imán de Al Azhar y la convocatoria de un proceso de «diálogo nacional» son algunas de las medidas anunciadas por el Ejecutivo de Irak

María Martínez López
El Papa es recibido por el presidente iraquí Barham Salih el día 5 de marzo. Foto: Reuters / Khalid al Mousily

Los ecos de la histórica visita del Papa Francisco a Irak se han hecho sentir con fuerza en la primera semana después de que su avión despegara del aeropuerto de Bagdad para regresar a Roma. Entre ellos, destaca la puerta abierta por el Gobierno a otra visita que sería muy significativa en el país: la del gran imán de la mezquita de Al Azhar, Ahmed al Tayeb.

Según fuentes del Ejecutivo iraquí, la principal figura religiosa del islam sunita ha recibido «con alegría» una invitación del Gobierno. Se la hizo llegar el viernes pasado el presidente de la Oficina para la Coordinación con los Sunitas, Saad Kampash, en nombre del primer ministro, Mustafa al Kadhimi, y del presidente del Parlamento, Mohamed al Halbousi.

El hecho de que el referente espiritual sunita visite un país donde este grupo es minoritario y tal vez reunirse con el ayatolá Ali al Sistani puede tener un enorme significado. Sobre todo, dado el papel que la división entre sunitas y chiitas (utilizada con fines geoestratégicos por países como Irán o Arabia Saudí) juega en los conflictos de la región.

Agradecimiento a la Iglesia

Al Tayeb tiene además una buena relación con el Papa Francisco, con quien firmó en 2019 el Documento sobre la fraternidad humana. La invitación a visitar Irak «refuerza y da mayor relevancia» a la presencia del Santo Padre y a sus continuos llamamientos (compartidos con el imán sunita) a promover la fraternidad humana. Lo afirmaba a Avvenire el cardenal Luis Rafael Sako, patriarca de la Iglesia caldea. A la espera de conocer el programa, el patriarca interpreta la invitación sobre todo como un intento de «evitar que se difundan entre los sunitas algunas ideologías violentas».

El Gobierno iraquí se está mostrando estos días convencido de que la experiencia de fraternidad mostrada por Al Sistani y Francisco en Náyaf puede señalar para el país un camino de esperanza para el futuro. Así lo expresó el domingo el primer ministro durante un encuentro con el cardenal Sako para hacer balance de la visita papal. Al Kadhimi también agradeció al patriarca los «esfuerzos para hacer que esta visita fuera a todo Irak y no solo a sus cristianos».

«Diálogo nacional profundo»

La invitación a Al Tayeb es solo el último de los gestos realizados por el Ejecutivo iraquí a raíz del viaje del Santo Padre. Los otros dos tuvieron lugar el mismo lunes 8, pocas horas después de despedir a Francisco. Ese día, el primer ministro convocó un proceso de «diálogo nacional profundo». El llamamiento incluye el deseo de encontrar soluciones compartidas a algunas cuestiones pendientes con el Gobierno autónomo del Kurdistán. Es un intento de buscar «un camino para alcanzar las aspiraciones de nuestro pueblo», afirmaba Al Kadhimi. Y surge en un «ambiente de amor y tolerancia promovidos por la visita de Su Santidad».

Ese mismo día, el presidente Barham Salih ratificó la Ley para las Superviventes Yazidíes, aprobada una semana antes después de numerosos retrasos. Durante su tramitación, la norma fue modificada para incluir también a víctimas del ISIS turcomanas, chabaquíes y cristianas, y de ambos sexos. Entre otras medidas de reparación, se les reserva el 2 % de las plazas de funcionarios públicos en el país.

Aunque no todo lo ocurrido tras la visita del Papa en el país está teñido del mismo optimismo. También ha regresado la violencia. El mismo día 8 una persona murió y otras tres resultaron gravemente heridas en una explosión causada por una granada en el puente Al Aimmah, de Bagdad. Desde entonces, se han repetido algunos ataques con cohetes, incluido el de este lunes, con siete misiles, contra una base aérea habitada por soldados estadounidenses al norte de la capital.

«La gente estaba encantada»

A pesar de ello, el balance final es positivo. Así se constató también este lunes durante el encuentro virtual organizado por la Fundación Konrad Adenauer y la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) para valorar la visita. El sacerdote Jens Petzold, miembro de la comunidad monástica siria de Mar Musa instalado en la localidad kurda de Sulamainiya, describió cómo Francisco «fue bienvenido por todo el mundo; la gente estaba encantada».

Compartió cómo le había llamado la atención especialmente ver a 2.000 o 3.000 personas, la mayoría musulmanas, en las calles de Erbil esperando poder saludar al Santo Padre el domingo 7. «Tal vez a partir de ahora sientan más interés por sus vecinos cristianos y preste más atención a su situación», añadió.

«Lo que más destaca de este viaje es el hecho mismo de que tuviera lugar» en medio de las circunstancias menos favorables, aportó Stefan von Kempis, responsable de Radio Vaticana en alemán. Francisco llegó a Irak «como un representante del Occidente sin armas», y aunque «no todo fue perfecto» y «mucho se improvisó» (dando lugar a momentos incómodos como la ausencia de representantes judíos en Ur), «fue muy importante para el país el darse cuenta de que podían» afrontar un reto de esa magnitud.

Modelo de diálogo

Por su parte Franz-Josef Overbeck, vicepresidente de COMECE, destacó que la visita a Irak fue «muy significativa tanto desde el punto de vista de la teología como de la política». Y puede servir para desarrollar, también fuera del país y más en concreto en Europa, un modelo de diálogo interreligioso y cultural en el que «las diferencias no se pueden barrer debajo de la alfombra, pero sí deben abordarse desde el común denominador» y buscando «enfoques positivos para superar los conflictos».

«Oriente Medio puede ser un ejemplo de eso», concluía. Y en particular, añadía Petzold, los cristianos de la región. Ponía como ejemplo el Kurdistán, donde «tenemos cristianos que hablan turco, otros distintos dialectos árabes, y por supuesto aramaico. Son un nexo que conecta a nuestra sociedad, son los que pueden hablar con todos los grupos». De forma similar, aportaba Von Kempis, si «los chiitas pudieran desarrollar esa fraternidad con los sunitas y firmar algo, podríamos tener a las tres grandes religiones monoteístas» dando más pasos juntas.