Fue un crimen de odio a los cristianos de Tierra Santa - Alfa y Omega

Fue un crimen de odio a los cristianos de Tierra Santa

El sacerdote de la iglesia de la Flagelación, atacada hace un mes, denuncia agresiones de los judíos ortodoxos, pero asegura que son por parte de una minoría y cuenta emocionado que «un grupo se acercó el día del ataque con un ramo de flores»

Victoria Isabel Cardiel C.
La imagen vandalizada el pasado 2 de febrero por un extremista judío. Foto: Victoria I. Cardiel.

Casi nadie habla de paz en Jerusalén. Las antiguas puertas almenadas del muro testigo de la época de Herodes y de la dominación del Imperio turco dan paso a la Ciudad Santa para las tres religiones monoteístas que hoy se ha convertido en la zona cero de la tensión en Oriente Próximo. Cruzamos el barrio musulmán con las persianas del zoco cerradas en señal de luto por la muerte de once palestinos y decenas de heridos en una incursión del Ejército israelí en Nablús, en el norte de Cisjordania, la semana pasada. El franciscano Giuseppe Gaffurini, al que visitamos gracias a Turismo de Israel, nos recibe en la puerta de la iglesia de la Flagelación, que recuerda que Jesús fue azotado por los soldados romanos antes de arrastrar la cruz por la Vía Dolorosa.

«Los jóvenes me han escupido varias veces. No puedes reaccionar porque pueden quitarte el visado»
Giuseppe Gaffurini
Sacerdote de la iglesia de la Flagelación

«Tras tirar la estatua de Jesús al suelo, comenzó a golpearla con un martillo el rostro y quedó completamente desfigurada. Consiguió pararlo el conserje, que es musulmán», explica todavía conmocionado por el ataque de un judío estadounidense el pasado 2 de febrero, día en que se celebraba la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo. La tradición sitúa este episodio del Evangelio en la explanada de las mezquitas, pero «no podemos conmemorarlo allí porque están los musulmanes, así que se hace aquí, que es el santuario más cercano a ese punto». «Creemos que fue un asalto deliberado para profanar ese día», incide Gaffurini, que estaba en el Santo Sepulcro cuando lo avisaron. Regresó corriendo y vio la escultura hecha pedazos en el suelo. «Sentí un nudo en la garganta. Ya la habían puesto a salvo en el museo, pero había fragmentos minúsculos por todos los lados. El arquitecto estaba de rodillas con un cepillo tratando de recogerlos», asegura. La estatua, que data de finales del siglo XVIII, fue esculpida por los prestigiosos Talleres Reixach-Campanyá de Barcelona, donde será trasladada próximamente para su restauración.

Era viernes y, como cada semana, Jerusalén revivió ese día el vía crucis. Esta vez, hicieron que arrancase desde el patio de esta iglesia donde colocaron la maltrecha estatua. «Vinieron 27 cónsules europeos con el secretario del Parlamento, pero me sorprendió su resignación, como si no se pudiera hacer nada. Nadie lo ha condenado, pero es un acto grave, un crimen de odio contra los cristianos, como dijo el custodio de Tierra Santa [Francesco Patton]», relata. El clima político no ayuda. Benjamin Netanyahu lidera el Gobierno más ultraderechista de las siete décadas de la historia de Israel con la impronta de los judíos ortodoxos, que hace que se sientan «impunes». «Es la estrategia de los colonos judíos, que ahora se ven apoyados por este Gobierno de extrema derecha. Ellos mismos forman parte de él», asegura Gaffurini, que no sabe si el atacante ha sido procesado. Tampoco ha recibido ninguna indemnización por parte del Gobierno israelí.

Un año sangriento

El año 2023 ha empezado como el año más sangriento en dos décadas. Hasta ahora se cuentan 63 muertos palestinos y once israelíes. Una escalada de violencia que también sufren los frailes menores —que desde 1342 tienen el mandato de la Santa Sede de custodiar los santos lugares— en sus propias carnes. Casi todos los días Gaffurini recorre paseando los 700 metros que separan el Santo Sepulcro de la iglesia de la Flagelación. Pero no siempre es un camino tranquilo: «Los jóvenes ortodoxos me han escupido varias veces. Cogen una botella de agua, se llenan la boca y hacen una fuente. Y, claro, no puedes reaccionar en absoluto porque pueden quitarte el visado. Cuando los veo, me escondo hasta que pasan. Nos sentimos rechazados y sabemos que no quieren que estemos aquí. No me extraña que las familias cristianas huyan». Con todo, el sacerdote avisa de que son una minoría y cuenta emocionado que el mismo día del ataque un grupo de judíos se acercó en señal de respeto con un ramo de flores. En las últimas semanas se han multiplicado los ataques de extremistas judíos contra las comunidades cristianas de Jerusalén y la unión de las confesiones cristianas presentes en la Ciudad Santa se ha reforzado.