Francisco: «Sin amigos y sin oración el celibato puede convertirse en insoportable»
El Papa ha inaugurado este jueves el congreso Por una teología fundamental del sacerdocio. Ante las contradicciones de la época actual, ha pedido a los sacerdotes no huir ni hacia el pasado ni hacia el futuro
El celibato es «un don que la Iglesia latina custodia», ha afirmado el Papa este jueves. Pero «sin amigos y sin oración, puede convertirse en un peso insoportable». Lo ha afirmado al inaugurar el congreso Por una teología fundamental del sacerdocio, promovido por el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, y por el Centro de Investigación y de Antropología de las Vocaciones.
«Donde funciona la fraternidad sacerdotal y hay lazos de auténtica amistad, también es posible vivir con más serenidad la elección del celibato», ha profundizado ante los 700 expertos que se congregaban en el aula Pablo VI. Cuando no es así, corre el peligro de convertirse «en un antitestimonio de la hermosura misma del sacerdocio».
En su conferencia inaugural, con el título Fe y sacerdocio hoy, el Santo Padre ha destacado que el celibato sacerdotal debe «ser vivido como santificación». Por ello, «requiere relaciones sanas, vínculos de auténtica estima y genuina bondad que encuentran su raíz en Cristo», recoge Europa Press.
En el congreso, que se prolongará hasta el sábado, se abordarán cuestiones como esta de la vivencia del celibato, obligatorio salvo algunas excepciones para los sacerdotes de la Iglesia latina. Recientemente, esta disciplina ha sido cuestionada por el Camino Sinodal Alemán, que incluso ha aprobado plantear su obligatoriedad al Pontífice. Pero el programa del encuentro es mucho más amplio, pues profundizará también en cuestiones como la vocación sacerdotal o la formación de los seminaristas.
No huir del lobo
El Santo Padre ha afirmado que los sacerdotes deben saber «acoger» el cambio de época que está viviendo la sociedad. Y les ha alertado frente a dos posibles huidas respecto del mismo, similares a las «del asalariado que ve venir al lobo y huye: huye hacia el pasado o huye hacia el futuro». Así, ha advertido en primer lugar sobre la tentación de «buscar formas codificadas, ancladas en el pasado», que llevan a refugiarse «en un mundo o en una sociedad que ya no existe (si es que alguna vez existió)».
Igual de errónea es una actitud de «optimismo exacerbado», de «todo irá bien», que «consagra la última novedad como lo verdaderamente real, despreciando así la sabiduría de los años». De esta forma se termina por «ignorar a los heridos por esta transformación» y no se logra «asumir las tensiones, complejidades y ambigüedades propias del tiempo presente». «Ninguna de estas actitudes lleva a soluciones maduras», ha concluido.
Como alternativa, ha propuesto la actitud «que nace de hacerse cargo con confianza de la realidad anclada en la sabia Tradición viva y viviente de la Iglesia, que puede permitirse remar mar adentro sin miedo». De la mano del Señor, «podremos discernir el horizonte a transitar». En este sentido, ha aclarado que «discernir la voluntad de Dios es aprender a interpretar la realidad con los ojos del Señor, sin necesidad de evadirnos de lo que acontece a nuestros pueblos y sin la ansiedad que lleva a querer encontrar una salida rápida y tranquilizadora de la mano de una ideología o una respuesta prefabricada».
El fervor suscita vocaciones
Uno de los retos que presenta nuestra época respecto al sacerdocio, ha apuntado, es la crisis vocacional que en distintos lugares «aflige» a las comunidades eclesiales. Para superarla, se necesita «un fervor apostólico contagioso». Allí «donde hay vida, fervor, deseo de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas. Incluso en parroquias donde los sacerdotes no están muy comprometidos y ni son alegres, es la vida fraterna y fervorosa de la comunidad la que suscita el deseo de consagrarse completamente a Dios».
El Papa no ha hecho mención al tema de los abusos sexuales a menores por miembros de la Iglesia en su discurso, pero estará latente en las discusiones. Así lo ha sugerido el prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal Ouellet, cuando en su discurso inicial se ha preguntado «qué se puede esperar de una teología fundamental del sacerdocio en el actual contexto histórico dominado por el drama de los abusos sexuales del clero», informa Efe.
«Esta es una oportunidad oportuna para expresar nuestro sincero pesar y pedir perdón a las víctimas, que sufren sus vidas destruidas por un comportamiento abusivo y criminal, que ha sido ocultado durante demasiado tiempo y tratado con ligereza, debido al deseo de proteger a la institución y a los autores en lugar de a las víctimas», ha añadido.
Gran parte del discurso del Papa Francisco giró en torno a las «cuatro cercanías» que deben marcar la vida de los sacerdotes.
- Cercanía a Dios: «Muchas crisis sacerdotales tienen precisamente origen en una escasa vida de oración, en una falta de intimidad con el Señor, en una reducción de la vida espiritual a mera práctica religiosa». «Muy a menudo, por ejemplo, en la vida sacerdotal se vive la oración sólo como un deber».
- Cercanía entre sacerdotes: En «muchos presbíteros tiene lugar el drama de la soledad, de sentirse solos». Por ello, ha llamado a alejarse de la envidia, que «atormenta» a los ambientes religiosos, y ha alertado de las «formas clericales de acoso» a otros religiosos.
- Cercanía a los obispos: El Pontífice pidió que «los sacerdotes recen por los obispos y se animen a expresar su parecer con respeto y sinceridad» y solicitó también de los obispos «humildad, capacidad de escucha, de autocrítica y de dejarse ayudar».
- Cercanía al pueblo de Dios: «Para comprender de nuevo la identidad del sacerdocio, hoy es importante vivir en estrecha relación con la vida real de la gente, junto a ella, sin ninguna vía de escape». Se necesitan «pastores que sepan de compasión, de oportunidad; hombres con coraje capaces de detenerse ante el caído y tender su mano».