Francisco responde a los cardenales que filtraron una carta con sus reservas sobre el Sínodo
Los cardenales Raymond Leo Burke, Walter Brandmüller, Juan Sandoval, Robert Sarah y Joseph Zen han revelado a través del National Catholic Register una carta al Papa pidiéndole respuesta a cuestiones sobre las bendiciones a parejas del mismo sexo o el sacerdocio femenino
El Papa ha respondido a las dubia (dudas en latín) que los cardenales Raymond Leo Burke, Walter Brandmüller, Juan Sandoval, Robert Sarah y Joseph Zen hicieron públicas a través de la publicación estadounidense National Catholic Register. En una carta dirigida al Santo Padre, los cardenales mostraban su preocupación por cinco cuestiones que se hablarán en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que arrancará el 4 de octubre. Las dubia, que se presentan también al Dicasterio para la Doctrina de la Fe, son una herramienta de la que disponen los cardenales para obtener un «sí» o «no» del Papa ante las cuestiones que le plantean sin necesidad de añadir una argumentación teológica.
Los cinco purpurados han hecho público el documento, según ellos, al no obtener respuesta del Papa 40 días después del envío de su misiva. En realidad ya le enviaron otra carta similar el 10 de julio, que Francisco respondió al día siguiente. No obstante, alegan que la respuesta del Papa «no seguía la práctica de las responsa ad dubia» según la cual debía contestar con un «sí» o «no» a cada una de las cuestiones planteadas. Por ello enviaron otro formulario el 21 de agosto. Este nuevo cuestionario ha visto la luz ahora, a las puertas del Sínodo. Como respuesta, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha difundido las respuestas completas que el Papa envió el 11 de julio, después de que el Papa Francisco autorizara a su prefecto, el cardenal Víctor Manuel Fernández, a difundirlas. Al hacer públicas aquellas respuestas, se deduce que la Santa Sede da por contestada también la segunda versión de las dubia.
Revelación y cambios culturales
La primera pregunta que hacen los purpurados versa sobre si «en la Iglesia la divina revelación debe ser reinterpretada de acuerdo con los cambios culturales de nuestro tiempo y según la nueva visión antropológica que estos cambios promueven; o si la revelación divina es vinculante para siempre, inmutable y por tanto no debe ser contradicha». Aducen que sus dudas nacen de las «declaraciones de algunos obispos que no han sido corregidas ni retractadas», aunque no señalan cuáles.
El Papa les responde que «si bien es cierto que la divina revelación es inmutable y siempre vinculante, la Iglesia debe ser humilde y reconocer que ella nunca agota su insondable riqueza y necesita crecer en comprensión». Continúa afirmando que «los cambios culturales y los nuevos desafíos de la historia no modifican la revelación, pero sí pueden estimularnos a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza que siempre ofrece más».
Bendecir uniones homosexuales
La segunda duda gira en torno a «la afirmación de que la práctica generalizada de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo concuerda con la revelación y el magisterio», aunque tampoco señalan en qué lugar concreto han escuchado esta afirmación. Los cardenales recuerdan que el Génesis afirma que «en el principio Dios creó al hombre, a su imagen, varón y hembra, los creó y los bendijo, para que fueran fructíferos». Añaden que «el apóstol Pablo enseña que negar la diferencia sexual es consecuencia de negar al Creador». A la luz de estas citas, preguntan: «¿Puede la Iglesia derogar este principio, considerándolo, en contraste con lo que enseña Veritatis splendor 103, como un simple ideal, y aceptando como bien posible situaciones objetivamente pecaminosas, como las uniones con personas del mismo sexo, sin fallar en la doctrina revelada?».
Francisco les recuerda que «la Iglesia tiene una concepción muy clara sobre el matrimonio: una unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer». Aunque añade que «en el trato con personas no hay que perder la caridad pastoral» y advierte sobre el riesgo de «constituirnos en jueces que solo niegan, rechazan y excluyen». Y recalcando que «la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio».
Sinodalidad «constitutiva de la Iglesia»
La tercera cuestión discute un apartado de la constitución apostólica de 2018 Episcopalis communio, que dice: «La sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia de modo que la Iglesia sería por naturaleza sinodal». No están de acuerdo con tal afirmación porque señalan que «el Sínodo de los Obispos no representa al colegio episcopal, sino que es un mero órgano consultivo del Papa».
El Papa les responde que, «si bien ustedes reconocen que la suprema y plena autoridad de la Iglesia es ejercitada, sea por el Papa debido a su oficio, sea por el colegio de obispos junto con su cabeza el Romano Pontífice (…) con estos dubia ustedes mismos manifiestan su necesidad de participar, de opinar libremente y de colaborar». En su respuesta señala la paradoja de que «así están reclamando alguna forma de sinodalidad en el ejercicio de mi ministerio». Y ha concluido que «la Iglesia es misterio de comunión misionera, pero esta comunión no es solo afectiva o etérea, sino que necesariamente implica participación real», algo que implica «no solo la jerarquía sino todo el pueblo de Dios».
Ordenación de mujeres
En la cuarta de estas dudas preguntan «sobre el apoyo de pastores y teólogos a la teoría de que la teología de la Iglesia ha cambiado y por tanto que la ordenación sacerdotal puede ser conferida a las mujeres». Al igual que en la primera cuestión, argumentan poseer tal inquietud «tras las declaraciones de algunos prelados, que no han sido corregidas ni retractadas». En esta cuestión tampoco señalan cuáles exactamente.
Sobre este asunto, Francisco expresa sin ningún género de dudas su negativa a esta posibilidad. Reivindica la herencia de Juan Pablo II, quien «enseñó de modo definitivo la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres». Con ello, «de ningún modo estaba despreciando a las mujeres y otorgando un poder supremo a los varones», sentencia. Y recuerda que todos los fieles desempeñan un sacerdocio común, invitando a no considerarlo «de segunda categoría» ni «de menor valor».
Arrepentimiento y absolución
Finalmente, en su quinta duda los cardenales preguntan «sobre la afirmación “el perdón es un derecho humano” y la insistencia del Santo Padre en el deber de absolver a todos y siempre, para lo cual el arrepentimiento no sería condición necesaria para la absolución sacramental». Aunque no señalan dónde niega Francisco la necesidad del arrepentimiento, le preguntan «si sigue vigente la enseñanza del Concilio de Trento, según la cual, para la validez de la confesión sacramental, es necesaria la contrición del penitente».
El Papa los tranquiliza recalcando que «el arrepentimiento es necesario para la validez de la absolución sacramental e implica el propósito de no pecar». Aun así, también opina que «el confesionario no es una aduana», que los sacerdotes «no somos dueños sino humildes administradores de los sacramentos que alimentan a los fieles». Citando la exhortación apostólica Amoris laetitia, diagnostica que «a veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios».