Francisco alaba la humildad de Benedicto XVI
En una Misa en memoria de Joseph Ratzinger y el resto de obispos fallecidos durante el año, el Papa ha elogiado la sencillez de quien se presentó como «un humilde trabajador en la viña del Señor»
El Papa Francisco ha alabado este viernes la humildad de Benedicto XVI, quien nada más ser elegido Papa se definió a sí mismo como «un humilde trabajador en la viña del Señor». En la Eucaristía celebrada por él y otros cardenales y obispos fallecidos en el último año, el Santo Padre ha remarcado que la humildad cristiana «no es una virtud entre las demás sino una disposición de fondo en la vida: creerse necesitado de Dios y darle espacio poniendo toda la confianza en Él».
Una cualidad que, según Francisco, tenía su predecesor. «Los cristianos, sobre todo el Papa, los cardenales y los obispos, estamos llamados a ser humildes trabajadores, a servir, no a ser servidos. Y a pensar, antes que en nuestros propios frutos, en la viña del Señor», ha advertido el Pontífice. Celebró asimismo la generosidad con la que Benedicto XVI demostró «lo bonito que es renunciar a uno mismo por la Iglesia de Jesús».
Francisco ha subrayado sobre Joseph Ratzinger «cuántas veces nos ha recordado que la fe no es una idea que entender ni una moral que asumir sino una persona a la que encontrar: Jesucristo». El Papa ha hecho además hincapié en cómo «su corazón late fuerte por nosotros, su mirada se apiada de nuestro sufrimiento». No en vano, en su primera encíclica, Deus caritas est, «escribió en su primera encíclica que el programa de Jesús es «un corazón que ve”». «¡Qué importante es comunicar esta mirada de compasión a quien vive el dolor por la muerte de los seres queridos!», ha reivindicado.
La compasión de Jesús
El Papa ha explicado cómo la compasión de Jesús «es concreta» apoyándose en un pasaje del Evangelio de san Lucas en el que, antes de resucitar al hijo de la viuda de Naín, toca su ataúd. «Tocar el ataúd de un muerto era inútil, en aquel tiempo además se veía como un gesto impuro que contaminaba a quien lo hiciera», ha añadido el Papa. Pero aun así, «a Jesús no le importa. Su compasión acorta las distancias y lo vuelve cercano». «Ese es el estilo de Dios, el de la cercanía, la compasión y la ternura», ha apuntado Francisco. Ha señalado también que, en el mismo pasaje, Jesús pide a la madre del joven difunto que no llore «porque con el Señor las lágrimas no duran para siempre, tienen final».
Durante su homilía, Francisco ha explicado que la resurrección del hijo de la viuda de Naín es un milagro muy especial porque «implica al huérfano y la viuda que, la Biblia indica, son junto al forastero los más solos y abandonados, quienes no pueden poner su confianza en ningún otro que no sea Dios». Posteriormente, ha recalcado que «Dios busca a las personas humildes, quienes esperan en Él, no en sí mismos y en sus propios planes».