Francisco pide a los cristianos en el Miércoles de Ceniza quitarse el «maquillaje» - Alfa y Omega

Francisco pide a los cristianos en el Miércoles de Ceniza quitarse el «maquillaje»

El Papa compara la Cuaresma con «un baño de purificación» que elimina de las personas «todo aquello de lo que nos revestimos para parecer adecuados»

Rodrigo Moreno Quicios
El cardenal Mauro Piacenza aplica la ceniza en la cabeza del Papa, en la basílica de Santa Sabina. Foto: CNS.
El cardenal Mauro Piacenza aplica la ceniza en la cabeza del Papa, en la basílica de Santa Sabina. Foto: CNS.

El gesto de recibir la ceniza «con oración y humildad» remite a los cristianos «a la realidad esencial de nosotros mismos. Somos polvo, nuestra vida es como un soplo», ha afirmado el Papa en su homilía durante la Misa del Miércoles de Ceniza. «Pero el Señor —Él y solamente Él— no permite que ese polvo que somos se desvanezca».

En vez de en la basílica de San Pedro, esta celebración eucarística tiene lugar todos los años en la basílica de Santa Sabina. Tradicionalmente, el Papa peregrinaba allí con otros cardenales y sacerdotes desde la iglesia de San Anselmo en un camino cuesta arriba que simboliza la penitencia durante el tiempo de Cuaresma. Aunque en este año, al igual que en 2023, no ha participado en la procesión debido a sus problemas de movilidad.

En su homilía, Francisco ha explicado que la Cuaresma «se trata de un viaje desde el exterior al interior, para que todo lo que vivamos, incluso nuestra relación con Dios, no se reduzca a la exterioridad, a un marco sin pintura, a un revestimiento del alma, sino que nazca desde dentro y se corresponda con los movimientos del corazón». El Pontífice ha comparado el tiempo litúrgico que ahora comienza con «un baño de purificación» que elimina de las personas su «maquillaje», es decir, «todo aquello de lo que nos revestimos para parecer adecuados, mejores de lo que realmente somos». En efecto, «la vida no es una actuación y la Cuaresma nos invita a bajar del escenario de la ficción para volver al corazón».

Ponerse la ceniza, ha explicado el Santo Padre, sirve para recordar que «mientras sigas usando una armadura que cubre el corazón, camuflándote con la máscara de las apariencias, exhibiendo una luz artificial para mostrarte invencible, permanecerás vacío y árido». Por el contrario, Francisco ha apuntado que «cuando tengas la valentía de inclinar la cabeza para mirar tu interior, entonces podrás descubrir la presencia de un Dios que te ama desde siempre».

Reconocerse como «polvo amado por Dios»

El Papa ha advertido además de que «la limosna, la oración y el ayuno no pueden reducirse a prácticas exteriores, sino que son caminos que nos reconducen al corazón, a lo esencial de la vida cristiana». Y haciéndose eco del libro Proslogion de san Anselmo de Aosta, ha invitado a cada cristiano: «Huye un momento de tus ocupaciones, apártate por un instante de tus tumultuosos pensamientos. Deshazte de las preocupaciones que te agobian y pospón tus laboriosos quehaceres. Entrégate un poco a Dios y descansa un instante en Él».

Francisco ha animado a los cristianos a «escuchar al Señor» cuando en Cuaresma «nos pide entrar en lo secreto y volver al corazón». «Es una sana invitación para nosotros, que a menudo vivimos en la superficie, que nos inquietamos para hacernos notar, que siempre necesitamos ser admirados y apreciados». Y ha advertido sobre los riesgos de no desarrollar la interioridad en una época de sobreexposición en la que «hasta las experiencias más trágicas y dolorosas corren el riesgo de no tener un lugar secreto que las custodie».

El Papa ha vuelto a citar a un autor católico, en este caso el holandés Henri Nouwen, quien sostenía en su libro Camino a casa. Un viaje espiritual que Dios dice a los cristianos: «No te juzgues. No te condenes. No te rechaces. Deja que mi amor llegue a los rincones más escondidos de tu corazón y te revele tu propia belleza».

Finalmente ha pedido perder el «miedo de quitarnos los revestimientos mundanos y volver al corazón, a lo esencial». Algo que hizo el santo del que tomó su nombre como Pontífice. San Francisco de Asís, «después de haberse despojado completamente, abrazó con todas sus fuerzas al Padre que está en los cielos». El Santo Padre ha concluido animando a los fieles a reconocerse como «polvo amado por Dios, y gracias a Él renaceremos de las cenizas del pecado a la vida nueva en Jesucristo y en el Espíritu Santo».