Francisco lanza un periódico hecho por y para los pobres
El Vaticano ha puesto en marcha un nuevo periódico mensual, L’Osservatore di Strada, que estará escrito en parte por personas sin hogar y en situación de pobreza, y que contará sus historias
A Mimmo la vida le cabe en una mochila. Vive en la calle desde hace tres años. Podríamos llamarlo persona errante o sin techo, pero no es nada de esto. Podríamos pensar que no ha tenido suerte o que ha sido derrotado por los problemas. Nada más lejos de la realidad. Detrás de esa apariencia desaliñada hay alguien cuyas decisiones ha guiado el libre albedrío. Desde el banco de un parque contempla con apatía el trasiego de los vecinos del barrio, inmersos en la carrera frenética por conseguir más dinero o más éxito. Él nunca quiso adaptarse a las convenciones sociales. Dejó su trabajo de electricista, redujo sus necesidades al mínimo y se puso a caminar. Con un susurro de voz detalla al escritor italiano, Daniele Mencarelli, cómo es vivir pegado al asfalto por elección. ¿Qué come?, ¿dónde va al baño?, ¿dónde duerme? Su respuesta es casi catártica: «La realidad te socorre; la realidad hace que nada te falte». Mencarelli sabe acariciar el alma. También él estuvo en el infierno. Era un nihilista que no encontraba sentido a su existencia. Se refugió en las adicciones, que acabaron sumiéndolo en una espiral de vacío, desgana y abandono. Pero fue rescatado por algo más grande, por una luz de esperanza que le gritaba desde el cielo que se levantase. Comenzó a trabajar como limpiador en el hospital pediátrico Bambino Gesù de Roma y se dio de bruces con la realidad de cientos de niños enfermos de cáncer. Entonces llegaron las preguntas sin respuesta y escribió La casa de las miradas, que pronto se convirtió en un éxito editorial.
Las largas y trascendentales conversaciones entre Mimmo y Daniele quedan plasmadas en la página 2 del L’Osservatore di Strada, una publicación mensual —ligada al periódico del Vaticano— que busca, en palabras de su coordinador, Piero Di Domenicantonio, «traducir al lenguaje concreto el compromiso de nuestro trabajo». «Transformamos el concepto de dar voz a quien no tiene voz en algo realmente tangible. La sociedad contemporánea silencia a muchas personas porque las considera un descarte: los pobres, los desocupados, los inmigrantes… Nosotros queremos darles la oportunidad de que su voz sea escuchada», remacha. Di Domenicantonio fue durante años el redactor jefe del L’Osservatore Romano. Un trabajo de escritorio que no le dejaba tiempo para salir al encuentro de la gente. Se jubiló el año pasado y ahora —como voluntario— dedica su tiempo a este proyecto: «Los periodistas solemos dar más espacio a quien está delante del palco escénico, a quien decide los eventos que dan paso al cambio histórico, y no a las personas que están detrás, que al final son los que sufren las consecuencias». Por eso Mimmo —que es casi una excepción en la calle, poblada cada vez más por personas plegadas por los problemas y consumidas por la tristeza— es uno de los protagonistas. El pasado miércoles, 29 de junio, día del estreno, estuvo en la plaza de San Pedro repartiendo el periódico entre los turistas y peregrinos. «Por una vez no tienden la mano para pedir limosna, sino para ofrecer un regalo. Y esto también ayuda a romper los prejuicios y a abrir la puerta a crear una relación», incide el coordinador de L’Osservatore di Strada, que también deja claro que es un proyecto «basado en las donaciones», lo que deja en terreno incierto su continuidad. «Los escritores son voluntarios. No se les paga. Pero lo importante es que hemos conseguido arrancar. Tenemos presupuesto hasta fin de año y la gran esperanza de que otras personas se sientan llamadas a colaborar», asegura.
El mar no es igual para todos
Michele, que trabaja en el servicio nocturno itinerante de Cáritas Roma, es otro de los rostros que salen en este número. Bien entrada la noche, coge su coche para dar respuesta a las llamadas de tantas personas sin hogar que necesitan ayuda. Otro es el de Soumaila Diawana, un activista político y periodista de Mali que se vio obligado a huir de su país cuando las amenazas de muerte se hicieron insoportables. Lleva en Italia desde 2014 y escribe poesías y cuentos. El último, Mig generation. La banda del Black Post, publicado en italiano en 2019, lleva el prólogo del expresidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, fallecido este año. Di Domenicantonio está convencido de que la política tiene una «gran responsabilidad» hacia las personas que pueblan las páginas de L’Osservatore di Strada. «En ningún caso podemos dulcificar la situación», asegura.
El próximo número estará dedicado al verano: una estación hostil para los más pobres. Un refugiado afgano contará en primera persona qué es el mar para un inmigrante, un concepto que, como adelanta el periodista italiano, «no nada tiene que ver con la idea de vacaciones o de un viaje en crucero». El periódico incluye una serie de relatos, reflexiones, poemas o dibujos realizados por personas en situación marginal. La contraportada cuenta con una lectura más espiritual, a cargo del cardenal Enrico Feroci, y una viñeta de cómic del artista callejero romano Maupal (Mauro Pallotta), que ve la Iglesia como un importante cardenal que ayuda a una anciana a llevar la compra y cruzar la calle.