Nuestro país, cuna de civilizaciones, será testigo de un acontecimiento magnífico. Falta muy poco para la visita del Papa Francisco a Irak. Será un querido invitado del país de Abraham, padre de los profetas. El programa es tan variado como la diversidad de Irak, ya que visitará Bagdad y el sur y el norte del país. Sus pies pisarán la tierra de los dos ríos inmortales, el Tigris y el Éufrates; la tierra de Ur de los caldeos; Nínive, la tierra de Jonás. Pisará iglesias y monasterios, mezquitas y los santuarios sagrados de profetas justos y santos. Irak es un mosaico con diversidad de religiones, y esto es una fuente de fuerza y un gran activo social.
La dimensión de este viaje histórico no es solo religiosa, sino también social por las circunstancias que atraviesa Irak. Llega en un momento de tribulación, trayendo a un país herido un mensaje de paz que tiene un gran significado. Es una visita difícil por las duras condiciones de la pandemia que golpea al mundo entero, pero valiente. El Papa traerá a Irak alegría y esperanza para superar la injusticia, la tristeza y el dolor provocados por guerras y conflictos, por lo que esta visita generará energía positiva para fortalecer verdaderamente la unidad de los iraquíes y su fe.
Sin la menor duda, esta visita fortalecerá y apoyará la presencia cristiana en Irak después de un largo sufrimiento. La inmigración ha provocado un descenso en el número de cristianos hasta el punto de amenazar su existencia. La visita también enfatizará la importancia de la historia y el futuro del país, ya que aliviará a Irak de la acusación de excluir distintas identidades en su composición social. Es una oportunidad para curar las heridas de las víctimas de la violencia, el desplazamiento, la marginación y la exclusión.
En este viaje, representantes de distintas religiones se reunirán para decir con una sola voz: «Lleguemos a una palabra común entre nosotros, unámonos en un discurso nacional unificado, colocando la seguridad de la patria por encima de todos los intereses y agendas, porque la seguridad de la patria está en la integridad de la religión». Una patria sana mantiene y respeta la dignidad humana, todas las religiones abrahámicas están de acuerdo en eso. Irak es la patria de todos porque todos somos hijos del profeta Abraham, portadores de una alta moral y valores humanos.
La reunión con la autoridad suprema de los chiítas en Irak y el mundo, el gran ayatolá Ali al Sistani en la ciudad santa de Náyaf, tendrá un gran impacto en el pueblo iraquí ya que es una indicación de la cohesión nacional y el acercamiento entre religiones. Luego visitará la ciudad de Mosul, fortaleza de firmeza donde el terrorismo ha sido derrotado.
Qaraqosh, en la llanura de Nínive, donde vive la mayoría de los cristianos, y Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí, que acogió a los desplazados de todas las regiones de Irak durante el período de terrorismo de ISIS de 2014.
La visita puede respaldar además el estatus regional e internacional de Irak. Espero sobre todo que dé frutos de unidad y fraternidad entre el pueblo iraquí, para construir un país donde la libertad religiosa sea respetada y crear un mejor futuro para todos.