El Papa alaba la labor de los franciscanos con los afectados por la guerra en Oriente Medio
En el prólogo a un libro escrito por el custodio Francesco Patton, el Santo Padre recuerda como «la iniciativa más hermosa» el traslado a Italia de 150 niños heridos y enfermos de Gaza
«Custodiar es la primera tarea que el Señor confía al hombre recién creado. Y en Tierra Santa, la tierra de Jesús, existe desde hace siglos la Custodia de Tierra Santa, a cuyo responsable, a su vez, se le han encomendado tareas no precisamente sencillas». Así comienza el prólogo escrito por el Papa Francisco al libro Como una peregrinación. Mis días en Tierra Santa. Una obra en formato de entrevistas entre el custodio de Tierra Santa, Francesco Patton, y el periodista de L’Osservatore Romano Roberto Cetera.
En este prefacio, el Pontífice hace alusión a la característica principal de la custodia de Tierra Santa: su internacionalidad, garantizada por «el trabajo de numerosos frailes procedentes de ocho países diferentes como Israel, Palestina, Jordania, Siria, Líbano, Egipto, Chipre y Rodas». Esto, según el Santo Padre, representa «un bien precioso y un microcosmos representativo de la catolicidad de la Iglesia, pero que exige un esfuerzo continuo para armonizar las diferentes culturas y tradiciones».
Esa internacionalidad puede incluso llegar a ser «un laboratorio de lo que serán las Iglesias occidentales en el futuro, como consecuencia de los grandes movimientos migratorios» de los que hoy en día estamos siendo testigos. Además, el Pontífice también alaba el trabajo que hacen los frailes de la Custodia y «el diálogo ecuménico e interreligioso, que en Tierra Santa va más allá de las controversias teológicas y entra más bien en la vida cotidiana de muchos y requiere extraordinaria apertura, hospitalidad y delicadeza».
Asimismo, el Santo Padre asegura que Francesco Patton, autor de esta obra que se presentó en el Festival Franciscano recientemente celebrado en Bolonia, «llevó a cabo estas difíciles tareas con un estilo propio, que el lector atento podrá captar en este libro. Con paciencia, modestia y capacidad de escucha, pero también con decisión y firmeza, cuando los dramáticos acontecimientos de aquella tierra así lo exigieron».
Además, Francisco recuerda la dramática guerra que se está viviendo en la región y que el patriarca de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, ha definido como «la más larga y grave» de las muchas que han afligido a Tierra Santa y a Oriente Medio. En este sentido, el Pontífice afirma en su escrito que «en estas dramáticas circunstancias, el padre Francesco supo mantener recto el timón del barco que se le había confiado y, en cambio, multiplicar sus esfuerzos para estar cerca de las personas afectadas por estas tragedias. Tengo ante mis ojos la iniciativa más hermosa que, junto con su vicario, Ibrahim Faltas, se llevó a cabo en estos meses de guerra atroz en Gaza: el traslado a Italia de 150 niños heridos y enfermos».