Francisco defiende una «justa evolución» en las comprensión de las cuestiones de fe y moral - Alfa y Omega

Francisco defiende una «justa evolución» en las comprensión de las cuestiones de fe y moral

Durante el encuentro con los jesuitas portugueses, publicado por La Civiltà Cattolica, el Papa reiteró su empeño de acogida total: «Todos están llamados a vivir en la Iglesia»

Redacción
El encuentro entre el Papa y los jesuitas de Portugal. Foto: CNS.

El Papa Francisco reiteró su llamamiento a una Iglesia acogedora en la que caben todos, lanzado en la JMJ de Lisboa, durante el encuentro que tuvo aquellos días con la comunidad de jesuitas de Portugal. La conversación, que tuvo lugar el 5 de agosto en el Colegio de San Juan de Brito —administrado por la compañía—, ha sido publicada íntegramente por La Civiltà Cattolica este unes 28 de agosto y recogida por Vatican News.

«Todos están invitados» en la Iglesia, dijo el Papa a sus hermanos, a los que animó a «aplicar a cada persona la actitud pastoral más adecuada». Y añadió: «No debemos ser superficiales e ingenuos, obligando a las personas a cosas y comportamientos para los que aún no están maduras, o no son capaces. Acompañar espiritual y pastoralmente a las personas requiere mucha sensibilidad y creatividad. Pero todos, todos, todos, están llamados a vivir en la Iglesia: no lo olviden nunca».

Tensiones intraeclesiales

En el encuentro, en el que Francisco animó a los jesuitas a preguntar lo que quisieran, «sin miedo», se reflexionó sobre los desafíos generacionales, el testimonio de los religiosos, las cuestiones sobre la sexualidad humana, el desarrollo de la doctrina o la preocupación por las guerras, que «han sido incesantes en todo el mundo desde la Segunda Guerra Mundial».

Las tensiones intraeclesiales fueron otro de los asuntos abordados. Sobre ellas, el Pontífice advirtió contra la «actitud reaccionaria» en algunas realidades eclesiales y la resistencia al Concilio Vaticano II. «Muchos lo cuestionan sin nombrarlo», subrayó el Santo Padre al mismo tiempo que defendió una «justa evolución» en las comprensión de las cuestiones de fe y de moral.

En este sentido, puso de ejemplo la pena de muerte, que «es pecado, no se puede practicar», pero «antes no era así». O la esclavitud, que «algunos Papas antes que yo la toleraban y hoy las cosas son distintas». Y añadió: «la visión de la doctrina de la Iglesia como un monolito es errónea».

Asimismo, el Pontífice instó a los «moralistas» a examinar un problema «muy grave», como es el riesgo de que la ideología suplante a la fe. En ocasiones, «la pertenencia a un sector de la Iglesia reemplaza la pertenencia a la Iglesia… Y cuando en la vida abandonas la doctrina para reemplazarla por una ideología, has perdido, has perdido como en la guerra».

La alegría del Sínodo

Durante la conversación, el Papa confesó que «la alegría que tengo más presente es la preparación del Sínodo, aunque a veces vea, en algunas partes, que hay deficiencias en la forma en que se está llevando a cabo». A este respecto, quiso dejar claro que «el Sínodo no es un invento mío». Fue precisamente Pablo VI, al final del Concilio Vaticano II, «quien se dio cuenta de que la Iglesia católica había perdido la sinodalidad». Desde entonces se ha avanzado «lentamente» y, a veces, «de modo muy imperfecto».

Hoy, por tanto, se intenta dar un nuevo vigor a la sinodalidad que, aclara el Pontífice, «no va en busca de votos, como haría un partido político, no se trata de preferencias, de pertenecer a tal o cual partido. En un Sínodo —insiste— el protagonista es el Espíritu Santo. Él es el protagonista. Así que debemos asegurarnos de que sea el Espíritu quien guíe las cosas».