Francisco advierte de la tentación de la huida para no afrontar «el escándalo del mal»
En la Eucaristía por la reconciliación en el santuario nacional Sainte-Anne-de-Beaupré, en Quebec, anima a encontrarse con Jesús para recuperar la esperanza
Después del encuentro con las autoridades civiles que inició la segunda parte de su viaje apostólico a Canadá, el Papa Francisco ha celebrado este jueves una Eucaristía en el santuario nacional Sainte-Anne-de-Beaupré, en Quebec, donde ha advertido a la Iglesia de la tentación de huir para no afrontar el mal y la violencia que se pueden producir en su seno.
«No hay nada peor, ante los reveses de la vida, que huir para no afrontarlos. Es una tentación del enemigo, que amenaza nuestro camino espiritual y el camino de la Iglesia; nos quiere hacer creer que la derrota es definitiva, quiere paralizarnos con la amargura y la tristeza, convencernos de que no hay nada que hacer y que por tanto no merece la pena encontrar un camino para volver a empezar», ha afirmado durante la Eucaristía.
Tomando con ejemplo el camino a Emaús de dos discípulos, durante el que plantean el aparente fracaso de Jesús en la cruz, el Papa ha recordado que el Evangelio revela que «en las situaciones de desengaño y de dolor, justamente cuando experimentamos la violencia del mal y la vergüenza de la culpa, cuando el río de nuestra vida se seca a causa del pecado y del fracaso, precisamente allí es cuando el Señor sale a nuestro encuentro y camina con nosotros».
«El viaje de los discípulos de Emaús es una imagen de nuestro camino personal y del camino de la Iglesia. En el curso de la vida —y de la vida de fe—, mientras llevamos adelante los sueño, los proyectos, las ilusiones y las esperanzas, enfrentamos nuestra fragilidades y debilidades, derrotas y desilusiones, y tantas veces quedamos bloqueados por el sentimiento de fracaso que nos paraliza».
«No estamos solos»
Pero frente a esta sensación, Francisco ha recalcado que «no estamos solos», que «el Señor sale a nuestro encuentro, se pone a nuestro lado, recorre nuestro mismo camino y hace arder nuestro corazón». Pero no lo hace con palabras genéricas de aliento ni con consolaciones fáciles sino que «ilumina la historia y los acontecimientos». «Así, cuando las decepciones dejan espacio al encuentro con el Señor, la vida vuelve a nacer a la esperanza y podemos reconciliarnos con nosotros mismo, con los hermanos, con Dios», ha agregado.
En este sentido, el Pontífice ha recalcado que la Iglesia hoy puede encontrarse como aquellos discípulos de Emaús, desorientados y desesperanzados: «Podemos encontrarla vagando perdida y desilusionada ante el escándalo del mal y la violencia del calvario. No le queda otra opción que tomar en mano el sentimiento de fracaso y preguntarse qué ha pasado, por qué ha sucedido, cómo ha podido ocurrir».
Camino de sanación
Y es en este contexto en el que ha introducido el camino de sanación y reconciliación que vive la Iglesia en Canadá tras los abusos cometidos contra indígenas en internados, motivo principal de la visita del Pontífice. «Son preguntas que cada uno de nosotros se hace a sí mismo y son también cuestiones candentes que resuenan en el corazón de la Iglesia que peregrina en Canadá. También nosotros, ante el escándalo del mal y ante el cuerpo de Cristo herido en la carne de nuestros hermanos indígenas, nos hemos sumergido en la amargura y sentimos el peso de la caída», ha afirmado.
Y en este punto, ha insistido en que para recuperarse de las decepciones, reconciliarse con Dios y con los hermanos y comprometerse con una sociedad más justa y fraterna solo hay una vía: la de Jesús. «Creamos que Jesús se une a nuestro camino y dejémosle que nos alcance, dejemos que sea su Palabra la que interprete la historia que vivimos como individuos y como comunidad, y la que nos indique el camino para sanar«, ha concluido.