Francisco a los obispos europeos: «Europa está enferma de cansancio»
Comienza en Roma la Asamblea del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, con la presencia del cardenal Omella
«Si los cristianos, más que irradiar la alegría contagiosa del Evangelio, vuelven a proponer esquemas religiosos desgastados, intelectualistas y moralistas, la gente no ve al Buen Pastor», ha dicho el Papa Francisco a los obispos participantes en la Asamblea anual Plenaria del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), que ha comenzado este jueves en Roma, y en la que participa el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella.
Con el tema CCEE, 50 años al servicio de Europa, memoria y perspectivas en el horizonte de todos los hermanos, los presidentes de las Conferencias Episcopales de toda Europa analizarán estos días la situación actual en el continente europeo, además de recordar las raíces de Europa y el compromiso de la Iglesia en la construcción del continente.
Los cristianos en Europa tienen «la tentación de permanecer cómodamente» en las propias estructuras, casas, iglesias, en las seguridades que dan las tradiciones y en la satisfacción de un cierto consenso, mientras «los templos se vacían y Jesús es cada vez más olvidado», ha dicho el Papa Francisco en su homilía. Por eso, a esas personas «que ya no tienen hambre y sed de Dios», les falta alguien «que les abra el apetito de la fe y despierte esa sed que hay en el corazón del hombre».
El Pontífice destacó que «enumerar los motivos de la secularización, del relativismo y de tantos otros ismos en realidad es estéril», y preguntó: «¿Sentimos afecto y compasión por quienes no han tenido o quizá han perdido la alegría de encontrar a Jesús? ¿Estamos tranquilos porque, después de todo, no nos falta de nada para vivir, o inquietos al ver a tantos hermanos y hermanas lejos de la alegría de Jesús?».
Esta fuerte llamada a la evangelización la subrayó el Santo Padre recordando a los obispos europeos «el verdadero programa, el del Evangelio», para un continente «que necesita dejar las conveniencias de lo inmediato para volver a la amplitud de miras de los padres fundadores, a una visión profética y de conjunto, porque ellos no buscaban los acuerdos del momento, sino que soñaban el futuro de todos».
Para el Papa, Europa se reconstruirá «a partir de los cimientos de la Iglesia, de la adoración a Dios y del amor al prójimo, no de los propios gustos particulares», sin ceder nunca «al desaliento y la resignación», porque «estamos llamados a una obra maravillosa, a trabajar para que esta casa sea cada vez más acogedora, para que cada uno pueda entrar y quedarse, para que la Iglesia tenga las puertas abiertas a todos».
La reconstrucción, señaló el Pontífice, se lleva a cabo «en el signo de la unidad», siendo «artesanos de comunión, tejedores de unidad en todos los ámbitos, no por una estrategia, sino por el Evangelio».
«Muchos en Europa piensan que la fe es algo ya visto, que pertenece al pasado», lamentó el Papa, porque «no han visto a Jesús obrar en sus vidas y tampoco lo han visto porque nosotros, con nuestras vidas, no se lo hemos mostrado lo suficiente».
«Ayudemos a la Europa de hoy, enferma de cansancio –concluyó Francisco–, a volver a encontrar el rostro siempre joven de Jesús y de su esposa. Para que esta belleza imperecedera se vea, no podemos más que darlo todo y darnos totalmente».
Tras la Eucaristía presidida por el Santo Padre, los obispos europeos han rezado ante las tumbas de los Pontífices que han sido testigo de su labor en estos últimos 50 años. La sesión de trabajo del viernes la abrirá el cardenal Angelo Bagnasco, que dará paso después al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano. Por la tarde serán recibidos por el presidente de Italia, Sergio Mattarella, en el palacio del Quirinal.
El sábado, Antonio Tajani, ex presidente del Parlamento Europeo, ofrecerá la conferencia Lo que Europa espera de la iglesia: análisis socio político, y por la tarde se podrán escuchar las intervenciones del cardenal Jean-Claude Hollerich, presidente de COMECE; Aldo Giordano, nuncio en la Unión Europea, y Marco Ganci, observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo europeo.