Foros abiertos a todos para tomar la temperatura sinodal
Cuatro encuentros teológicos paralelos a las sesiones se tendrán en cuenta para elaborar el documento final
Para blindar el Sínodo, el Papa estuvo valorando la posibilidad de aplicarle el candado metafórico de la Instrucción del Secreto Pontificio, establecida por san Pablo VI en 1974. No quería replicar situaciones incómodas como las de las asambleas dedicadas a la familia (2015) o a la Amazonia (2019), en las que grupos de presión externos acabaron instrumentalizando los comentarios en la prensa de algunos participantes. Finalmente, Francisco optó por proteger las sesiones —que se prolongarán hasta el 26 de octubre, día en que los participantes votarán una lista de propuestas— con una disposición menos implacable recogida en su reglamento. Este los obliga a ser una presencia discreta cuando salen del Aula Pablo VI, con una clara prohibición de hablar con los periodistas.
«No se trata de esconder nada debajo de la alfombra, sino de garantizar la libertad de los participantes», asegura el secretario especial de esta XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, Riccardo Battocchio. El silencio «no solo exterior, sino también interior», es determinante para que los participantes puedan llegar a un discernimiento adecuado.
Contrastando con este clima de confidencialidad, el Sínodo ha organizado, de forma paralela a las sesiones de debate diarias que han entrado en su fase final, cuatro foros teológicos sobre los temas El pueblo de Dios, sujeto de la misión; El papel y la autoridad del obispo en una Iglesia sinodal; La relación silenciosa entre la Iglesia local y la Iglesia universal, y El ejercicio del primado y el Sínodo de los Obispos. La principal característica de estas conferencias, desarrolladas los días 9 y 16 de octubre, fue la entrada libre. Su apertura permitió a los asistentes «tomar la temperatura a las conversaciones que tienen lugar en el aula sinodal», centradas en la importancia de replantear la forma en que se toman las decisiones en el seno de la Iglesia católica. De hecho, se constituyeron para que los que no han podido entrar en el Sínodo comprendan que la teología no es la «respuesta última a todas las preguntas» sino que esta disciplina debe, en cambio, invitar a «cuestionarse los casos concretos a la luz de los diferentes contextos culturales, experiencias, lenguas».
De la misma opinión que Battocchio es el arzobispo brasileño Jaime Spengler, a quien el Papa creará cardenal el 7 de diciembre. Quiso acudir a uno de los foros entre el público para constrastar su experiencia dentro del aula sinodal. En declaraciones a Alfa y Omega, pone en valor «el diálogo abierto y franco» que se está viviendo en la asamblea para afrontar temas como la centralización del poder por parte de los obispos o el imperativo de que gobiernen con responsabilidad y transparencia. En todo caso, pide dejar de lado visiones unívocas ya que en la Iglesia «no hay respuestas prefabricadas». Está en juego «cómo encontrar» formas «viables para que la obra de evangelización avance con los tiempos del hombre». Por ello ha vivido las dos sesiones del Sínodo como «un nuevo Pentecostés».
En los cuatro foros teológicos —estructurados en torno a ponencias y con un turno de preguntas abiertas al público— participaron además de reputados teólogos, expertos en derecho canónico, biblistas y obispos. No tendrán un impacto directo en la asamblea sinodal, pero su contenido ya ha sido recogido y formará parte de las recopilaciones generales que se tendrán en cuenta para elaborar el documento final que será dirigido al Papa.