Fidelidad y rendición de cuentas

En 2019, la Iglesia española celebró 175.844 Bautismos, 36.650 Matrimonios y más 9,5 millones de Eucaristías, administró 24.122 Unciones de enfermos, atendió a 1,3 millones de personas en sus 1.000 centros sociosanitarios y a más de 2,7 millones en sus 8.163 centros sociasistenciales… Así se recoge en la Memoria de Actividades presentada esta misma semana por la Conferencia Episcopal Española (CEE).

Para algunos, el hecho de publicar estos datos contradice el pasaje de «que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha», pero lo cierto es que no se comparten «para ser honrados por la gente» (cfr. Mt 6, 1-4) ni por complacencia –como señalan desde la propia CEE–, sino por fidelidad. Al hablar de la labor de la Iglesia se habla de las realidades en las que esta está presente, no pocas veces dolorosas, y se habla también de quien nos mueve a los cristianos a actuar: el Señor. Dar a conocer la labor de la Iglesia constituye, por tanto, una forma de denuncia y de evangelización.

Al mismo tiempo, la memoria, que ha sido supervisada por PwC, responde al permanente compromiso de la Iglesia con la rendición de cuentas y la transparencia. Con ella se justifica ante la Administración y ante todos españoles a qué se dedica el dinero: una cuarta parte procedente de la campaña de la Renta –ahora en curso– y el resto, de donativos y colectas. Y de esta forma se convierte en un recordatorio de que los fieles debemos implicarnos en el sostenimiento de nuestras parroquias y diócesis, cada uno en la medida de sus posibilidades.

En palabras del presidente de la CEE y arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, «los católicos, movidos por el Espíritu Santo, somos llamados a continuar la obra iniciada por Jesucristo, a ser portadores de esperanza y humanidad a la sociedad, y a generar cohesión social en el mundo». Siempre y, de manera especial, en esta pandemia.