Fallece Juan María Uriarte, obispo emérito de San Sebastián - Alfa y Omega

Fallece Juan María Uriarte, obispo emérito de San Sebastián

Tras sufrir un ictus, ingresó el pasado domingo en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Basurto, en Bilbao. Tenía 90 años

Cristina Sánchez Aguilar
Juan María Uriarte
Imagen de archivo de 2009 que muestra al obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, quien ha fallecido este sábado a los 90 años en el hospital de Basurto de Bilbao, donde se encontraba ingresado tras haber sufrido un ictus. Foto: EFE / Juan Herrero.

El obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, ha fallecido a los 90 años en Bilbao. Tras sufrir un ictus, ingresó el pasado domingo en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Basurto. El obispo de Bilbao, Joseba Segura, acompañado también de familiares de Uriarte, entre ellos, el ex vicario general de la diócesis de Bilbao, Andoni Gerrikaetxebarria, le dio la extremaunción. Su estado de salud había empeorado durante las últimas horas y finalmente, ha fallecido este sábado a las dos de la tarde «amando la vida» y con «cierto respeto, pero sin miedo». Porque, como manifestó en la celebración de su 90 cumpleaños, ante el último momento de la vida «el temor es sano. El miedo no lo es».

El comunicado del Obispado de Bilbao asegura que de Juan María Uriarte destacó su «adhesión» a Jesucristo. Era lo que le entusiasmaba y como él mismo señalaba, lo que le animaba a «suscitar la fe y promover la paz». Su ingreso en el seminario favoreció lo que denominó el «gran descubrimiento» de su vida, y que le supuso «una alegría inmensa». Decía que, durante los últimos años de su vida, lo que le mantenía en forma era la oración prolongada.

En la homilía que ofreció en la celebración de su nonagésimo aniversario, el prelado vizcaíno repasó los principales hitos de su trayectoria. Con 43 años fue nombrado obispo auxiliar de Bilbao y recibió la ordenación episcopal. En Bilbao vivió «muchas alegrías espirituales y pastorales», pero también «bastantes sinsabores». En el tiempo en el que ejerció su ministerio episcopal ayudó a muchas personas y también confesó que «hizo sufrir» a otras, por lo que les pidió perdón públicamente.

En la celebración de su aniversario declaró que sentía un gran consuelo con las palabras de Pablo a los Tesalonicenses: «Recibe, Señor, mi muerte y transfórmala en resurrección».