Fallece el padre Gumpel, gran conocedor de la ayuda del Vaticano a los judíos - Alfa y Omega

Fallece el padre Gumpel, gran conocedor de la ayuda del Vaticano a los judíos

Relator de la causa de beatificación de Pío XII, contó hace poco en una entrevista cómo fue la red clandestina de distribución de alimentos que lideró la Iglesia durante el nazismo y el fascismo

Redacción
Padre Gumpel, relator de la causa de Pío XII. Foto: CNS.

Este viernes se ha celebrado en Roma el funeral del padre Peter Gumpel, relator de la causa de beatificación de Pío XII, fallecido el pasado miércoles a los 98 años. «Fue el defensor más decidido del Papa Pacelli», escribió Federico Lombardi en L’Osservatore Romano. Gumpel recientemente había contado a Telepace algunos detalles del trabajo del Vaticano a favor de los judíos y otros perseguidos durante los oscuros años del nazismo y el fascismo. En particular, se centró en el sistema de distribución de ayuda alimentaria gestionado por la hermana Pascalina Lehnert, la monja que gobernaba el apartamento papal.

«Tenía una camioneta para llevar comida por la ciudad», dijo el padre Gumpel, y aludió a los muchos encuentros que tuvo con esta religiosa, quien fue una fuente de información muy valiosa dada su cercanía con el Santo Padre. Ella misma conducía el vehículo, lo cual era bastante inusual para una mujer y una religiosa en ese momento. En aquellos años los alimentos eran muy escasos en Roma y la monja le confió al jesuita que tenía miedo de ser atacada o detenida por las autoridades, según recogen medios vaticanos. «En el caso de los controles, tenía que decir que la comida era para las comunidades religiosas, pero en realidad era para los judíos que no tenían nada», explicó Gumpel.

En el Vaticano, como detalló el relator de la causa de Pío XII, había grandes cocinas donde se preparaban las comidas, pero el abastecimiento implicaba el uso de una pequeña flota de camiones que iban a buscar materias primas a las regiones del norte de Italia. «Viajaban cubiertos con el escudo papal», precisó el religioso. A pesar de esto, fueron atacados por los aliados, que creían que estaban al servicio del régimen nazi. Y en una ocasión, cerca de Terni, uno de los conductores perdió la vida. «El Papa sabía que esta operación era arriesgada, pero siguió asegurando su apoyo, dada la necesidad de la población romana en general y de los judíos en particular».

El servicio fue puesto en marcha por la Sociedad General de Bienes Raíces y su vicepresidente fue Bernardino Nogara. Su nieto, el embajador Bernardino Osio, precisa que se llamaba la Secretaría de la Caridad: «Mi abuelo tuvo la idea de poner a disposición del Vaticano los camiones de la empresa, que en ese momento estaban parados, y crear una red de cantinas populares donde podías tomar un plato de sopa todos los días».

Hubo decenas de parroquias romanas involucradas en la distribución, empezando por estos viajes a la Toscana, Umbria y Emilia Romagna en busca de harina y otros bienes. «A veces —declaró el padre Gumpel— se distribuían gratuitamente 100.000 sopas en un solo día, bastante sólidas, con verduras e incluso algo de carne cuando estaba disponible. Naturalmente una parte considerable fue repartida a los judíos escondidos dentro de los conventos».