Fallece Damián Iguacén, el obispo más longevo de España - Alfa y Omega

Fallece Damián Iguacén, el obispo más longevo de España

Era el obispo emérito de Tenerife y tenía 104 años

José Calderero de Aldecoa
Foto: Fabián Simón

Monseñor Damián Iguacén Borau, obispo emérito de Tenerife y el prelado más longevo de España, ha fallecido este martes 24 de noviembre a los 104 años en el Hogar Padre Saturnino López Novoa de Huesca, donde pasó sus últimos años de vida.

«La Misa exequial por su eterno descanso tendrá lugar este jueves 26 de noviembre a las 11:00 horas en la Santa Iglesia Catedral de Huesca. Recibirá cristiana sepultura en la Capilla del Pópulo de este mismo templo», ha explicado la diócesis de Huesca en un comunicado en el que «lamenta profundamente el fallecimiento» del obispo.

Herido en el frente

El prelado nació en Fuencalderas, Zaragoza, el 12 de febrero de 1916. Y a lo largo de su más de un siglo de vida le ha pasado casi de todo. La guerra civil le pilló en el Seminario de Huesca. Entonces Damián Iguacén tenía poco más de 19 años y tuvo que trabajar en el frente del conflicto –donde fue herido– como telegrafista. Al acabar el enfrentamiento armado, el seminarista pudo volver a Huesca y se ordenó sacerdote el 7 de junio de 1941.

Desde entonces, ha ejercido de consiliario de Jóvenes y Mujeres de Acción Católica entre 1950-1969, de administrador apostólico en la diócesis de Huesca y de obispo en Barbastro, Teruel y Tenerife. En 1991 se jubiló y pasó a ser obispo emérito.

Con Alfa y Omega

Alfa y Omega habló con monseñor Iguacén en 2017. Entonces, aseguró que de lo que nunca se había jubilado era de «confesar a todo el que me lo pide», ni de hacer en todo momento la voluntad de Dios. «Le digo: “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”, ha sido mi conversación de siempre con Dios y lo sigue siendo ahora. “Lo que tú quieras Señor para mí está bien”».

En aquella conversación, el obispo se mostraba confiado en las postrimerías de su peregrinaje por la tierra: «Todo está en las manos del Señor, por eso no me asusta nada. Yo hago lo que tengo que hacer y no me preocupo por nada más, porque lo demás corre de cuenta de Dios».