«Europeos, sois un fraude» - Alfa y Omega

«Europeos, sois un fraude»

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«Europa tiene una doble cara, tenéis una doble moral, no tenéis derecho a dar lecciones de humanidad al resto del mundo, sois un fraude», asegura Ahmed desesperado mientras mira al resto de su familia sentada a la puerta de su tienda de campaña levantada en el campo de refugiados de Katstistja, situado en Ioannina, Grecia. Ahmed tiene razón, su afirmación es una verdad incómoda. Una verdad que marca a Europa y deja un legado de vergüenza para las futuras generaciones europeas en el que no cabe ningún atisbo de credibilidad en materia de derechos humanos y solidaridad para sus futuras políticas.

El vergonzoso acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, un país en el que el respeto a los derechos humanos y las libertades individuales están en tela de juicio, no solo viola la legalidad internacional sino que además suscita la crítica de la comunidad internacional además de la repulsa de la sociedad europea. «Mi primera reacción es una profunda preocupación acerca de cualquier acuerdo que implique una devolución generalizada de personas de un país a otro, sin explicar detalladamente las garantías en materia de protección de los refugiados conforme a las obligaciones internacionales», manifestó Filippo Grandi, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.

Actualmente hay más de 50.000 refugiados atrapados en Grecia. Su situación legal está en el limbo. Nadie les da respuestas acerca de su futuro. Los que llegan a la frontera con Macedonia se encuentran con la frontera cerrada y se les traslada a campos como Katstistja en los que sus movimientos están limitados y se encuentran bajo la autoridad del mando militar y el Ministerio del Interior. Los que logran sobrevivir a la travesía mortal del Mediterráneo y alcanzan las costas griegas son retenidos en campos como el de Moria donde esperan ser deportados a Turquía.

Ahmed es afgano. Dentro del nuevo ordenamiento de clases instaurado por los refugiados, su estatus es de segunda categoría, por detrás de los sirios y los iraquíes y por delante de los kurdos, los eternos olvidados. La convivencia de este mapamundi de nacionalidades en los nuevos campamentos de refugiados como Katstistja cada ves es más difícil. Las diferencias culturales, los odios heredados y las luchas internas por el control de los recursos que llegan al campo convierte a estos asentamientos en verdaderas bombas de relojería. «Yo salí de Afganistán con mi familia huyendo de la guerra, y mira cómo me encuentro, olvidado, luchando por sobrevivir en este campo y sabiendo que Europa y sus promesas son simplemente una gran mentira. Nos habéis traicionado», afirma Ahmed.

Álvaro Ybarra Zavala / ABC