Etapa de descanso: Gran Canaria. «Ordené a Samuel hacer el Camino y hoy es guía»
La jueza de menores y presidenta de la asociación UP2U, Reyes Martel, ha condenado a varios jóvenes a hacer el Camino de Santiago para que se impregnen del espíritu jacobeo
En esta etapa de descanso, dejamos el camino francés para trasladarnos al camino canario. Sí, en la isla de Gran Canaria se encuentran los dos únicos templos jacobeos situados fuera del territorio peninsular y que gozan de los mismos privilegios jubilares que Santiago de Compostela desde una bula papal de Pablo VI en 1965. Los 45 km. de separación entre ambas iglesias lo han emprendido este fin de semana un grupo de jóvenes, acompañados de la jueza de menores y presidenta de la asociación UP2U, Reyes Martel (Las Palmas de Gran Canaria, 1968), que ha condenado en varias ocasiones a distintos jóvenes a peregrinar a Santiago para impregnarse del espíritu jacobeo.
¿De dónde sacó la idea de condenar a los menores a hacer el Camino?
La copié de Emilio Calatayud, que es el juez decano de los jueces de menores. Él ya había condenado a «algunos choricillos a hacer el Camino», como él decía, y la cosa había funcionado. Yo estaba buscando herramientas para conseguir ese clic que a los chicos les hace falta para que en algún momento elijan el camino correcto. Y en esa búsqueda, me encontré con esa sentencia de Emilio. Estuvimos hablando, me contó su experiencia y lo que me dijo cuadraba con lo que yo misma había sentido cuando hice el Camino de Santiago.
En la peregrinación cada uno tiene su propia experiencia vital y encuentra elementos que realmente le transforman. No es raro que te cambie la forma de ver la vida, de vivir, de pensar…
¿Qué puede enseñar el Camino a un menor judicializado?
El Camino de Santiago representa el camino de la propia vida. Hay momentos de frustración, de alegría, de esfuerzo, de cansancio, de satisfacción… También es un entorno incomparable para dase cuenta de todo lo que nos regala la vida. Pero, sobre todo, en la ruta jacobea encontramos valores como el sacrificio, la cooperación, o luchar por una meta… Valores que, por mi experiencia en el juzgado, veo que estamos olvidando.
Por ejemplo, ahora nos pasa mucho que lo estamos pasando mal por la pandemia y solo nos miramos el ombligo. ¡Mira a tu alrededor, al que tienes al lado, quizá lo está pasando peor que tú y juntos podéis llegar a la meta!
¿Cala el mensaje en los jóvenes?
Te respondo con la historia de Samuel. Fue un niño que nació en Santa Cruz de Tenerife. En su momento, fue dado en adopción a una pareja de Las Palmas, pero a esta pareja le fue muy mal, muy muy mal, y lo volvieron a declarar en desamparo. Tiempo después pasó por mis manos y le ordené hacer el Camino de Santiago, pero no quería. Se quería quedar por el Camino. «Yo me quedo aquí, no voy porque yo no tengo por qué caminar». Estaba en un plan muy difícil. Yo le dije: «Mira Samuel, tienes dos posibilidades; o quedarte aquí y quejarte todo el tiempo, o cambiar de actitud, disfrutar del camino y ayudar a seguir caminando a los que lo están pasando realmente mal». En aquella peregrinación nos acompañaban varias personas mayores y llegó un momento que no podían más con sus mochilas ni con sus pies. Entonces, no sé qué le ocurrió a Samuel que al poco lo veo subiendo una de las cuestas con cuatro o cinco mochilas y con una señora por detrás, que es la subdirectora de un colegio de una zona conflictiva de aquí, a la que iba empujando para ayudar a subir. Le decía: «Vamos, viejita, que tú y yo vamos a llegar a Santiago juntos y no te me vas a quedar por el camino». Llegaron juntos y hoy en día este chico es guía profesional.
¿Y cómo surgió lo de la asociación?
La pusimos en marcha en 2016 para buscar herramientas de cara a los programas de intervención educativa que acompañan las medidas judiciales de los juzgados de menores. También para establecer sinergias entre los distintos profesionales que intervienen en una ejecución. Al final, se trata de aumentar las posibilidades para encontrar ese clic del que te hablaba antes.
Es como una segunda oportunidad para los chicos. Como hemos hecho durante el Camino de Santiago, que hemos reforestado una trozo de monte que se quemó tiempo atrás. Donde parecía que no se podía hacer nada, que estaba todo muerto, ha vuelto la vida. Lo mismo con estos chicos. Hay muchos estigmas contra ellos: «Bueno, estos van a ser chorizos toda la vida, van a causar daño, a robar…» y no. Con el abono y la cantidad de agua adecuada, los chicos vuelven a la senda del camino de los valores. Además, han vivido situaciones muy duras. Yo, en sus circunstancias, hubiera sido peor.