Etapa 6: Frómista. «San Martín sale en todos los libros de arte»
Una nueva etapa nos lleva hasta la palentina Frómista, conocida por su milagro eucarístico, por ser el lugar de nacimiento del patrón de los navegantes y por su icónica iglesia de San Martín de Tours, uno de los máximos exponentes del Románico nacional. El sacerdote Juan Carlos Martínez (Palencia, 1965) la reabrió al culto en 2012, cuando fue nombrado párroco del pueblo, para «que no fuera solo un museo, sino un lugar de encuentro con el Señor».
¿Por qué se conoce a Frómista como la villa del milagro?
Por su milagro eucarístico. Ocurrió en 1453. Un tal don Pedro tenía un hospital junto a la iglesia de San Martín y se le quemó. Le pidió dinero prestado a un judío, que solo le puso de condición que se lo devolviera al cabo de un año. Pero no le pagó y el judío le denunció. El tal Pedro fue excomulgado. Posteriormente, al borde de la muerte, quiso recibir los últimos sacramentos, pero cuando el sacerdote le fue a dar la comunión, la hostia no se despegaba de la patena. Resulta que el moribundo había devuelto el dinero, pero no se había confesado. Lo hizo y pudo comulgar, aunque con otra forma. La forma consagrada original se conservó, pero se perdió en el siglo XIX. Lo que sí conservamos todavía son la patena y la estola del sacerdote.
Frómista también está íntimamente ligada a san Telmo.
Es su vecino más ilustre.
¿Cómo llegó a ser patrón de los navegantes siendo fromisteño?
Provenía de una familia adinerada y un tío suyo, obispo, lo nombró deán de la catedral de Palencia con 17 años. Renunció tras un accidente de caballo y se hizo dominico. Predicó en la zona de Galicia y Portugal y murió en Tuy, donde está enterrado. Allí es donde se ganó su patronazgo.
¿Por qué se le conoce como san Telmo si en realidad es beato?
Por tradición popular. Nunca fue canonizado, pero hizo muchos milagros. Ahora estamos intentando que sea declarado santo oficialmente. El obispo de Oporto le entregó una documentación al Papa hace dos años. Su figura no le es ajena a Francisco, porque en Buenos Aires se encuentra el barrio San Telmo. Ahora estamos preparando un mapa con todos los lugares del mundo en el que hay devoción a san Telmo y están reseñados los cinco continentes.
Pero además del milagro y de san Telmo, Frómista no se entiende sin el Camino de Santiago y sin San Martín.
El pueblo es un punto de referencia en el Camino de Santiago, y por él también pasa el Camino Lebaniego y el canal de Castilla. La iglesia de San Martín sale en todos los libros de arte. Data del año 1066 y es románica en toda su esencia. Fue declarada Monumento Nacional en 1894 y Bien de Interés Cultural en 1982.
Cuando yo mismo pasé por allí como peregrino me la encontré cerrada.
Antes no había culto y solo se utilizaba para visitas. Pero cuando me nombraron párroco del pueblo, en 2012, puse una Eucaristía todos los miércoles a las 20:00 horas y después impartía la bendición del peregrino. La idea era que no fuera solo un museo, sino un lugar de encuentro con el Señor.
¿Habla en pasado porque no la ha impartido este año por la COVID-19?
Se ha reducido mucho, un año bueno pasaban por aquí 60.000 peregrinos. Pero en 2020 sí que hemos tenido visitas. A San Martín han entrado 17.000 personas. Muchas de ellas, antes de la pandemia. En julio y agosto tuvimos unos cinco peregrinos al día, en enero bajaron a dos y ahora ninguno.
Me imagino que la economía del pueblo estará muy centrada en el Camino de Santiago. ¿Cómo ha afectado la pandemia en este sentido?
Sí, aquí hay muchos restaurantes, bares, hoteles, albergues y, habitualmente, las calles son un río de gente, pero ahora está todo cerrado. San Martín sí que la tenemos abierta, pero no hay peregrinos y los echamos de menos. Está siendo muy duro y la gente del pueblo lo está pasando mal.