Etapa 2: Zabaldika. «Aquí he visto cambios profundos en la gente»
Marisol Soler Ardanaz (Pamplona, 1943) coordina el proyecto de acogida que las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús tienen en Zabaldika, nombre en euskera que significa «espacio que se abre». Eso es justo lo que hace la comunidad, que llegó a la localidad en 2008 para abrir la iglesia del siglo XIII y un albergue de peregrinos. El lugar es un remanso de paz y en él recalan peregrinos que huyen del bullicio de Pamplona, situada a tan solo ocho kilómetros. Tilda de «importantísima» la acogida gratuita y la escucha, que en muchos casos deja «tocados» a los peregrinos
¿Por qué Zabaldika? ¿Cómo llegaron?
En 2006 un pequeño grupo de religiosas buscábamos un proyecto nuevo. Dio la casualidad de que salió en el Diario de Navarra una llamada, que curiosamente no la hacía la Iglesia sino el Ayuntamiento de Zabaldika y el Gobierno de Navarra, para que desde el entorno eclesial se abrieran lugares de acogida a peregrinos. Por aquel entonces empezaba a haber un aumento en el Camino de Santiago y no había muchos albergues. Leí aquello e inmediatamente hablé con la comunidad y con el vicario episcopal. Vinimos aquí en el 2008 con el encargo de la diócesis de abrir la iglesia de la aldea y acoger peregrinos.
¿Qué sentido tiene un albergue a tan solo ocho kilómetros de una ciudad?
Estamos muy cerca de Pamplona, la primera gran ciudad del Camino, y aquí llega gente de todo tipo, pero sobre todo quien trata de evitar el bullicio urbano. A pesar de que no hacemos ningún tipo de promoción, el albergue siempre se llena. Claro, son peregrinos que no acaban etapa, pero aquí descubren que lo importante no es correr.
Está en medio de la naturaleza y no hay nada, ni bar, ni restaurante… ni nada que distraiga al peregrino. A algunos les molesta no poderse tomar una cerveza, pero esto es un punto fuerte del albergue. De hecho, muchos se despiertan y, en vez de continuar el Camino, alargan su estancia aquí porque les ha gustado y les da paz.
De paz y naturaleza está plagado el Camino. ¿Hay algún reclamo más para los peregrinos?
Nuestra iglesia de principios del siglo XIII, que cuenta con la campana más antigua de toda Navarra –fechada en 1377–, y el Cristo de Zabaldika. Ante él he visto gente rezar, llorar, emocionarse… Pusimos unos pósit para que los peregrinos pudieran decirle lo que quisieran y siempre aparece plagado de papelitos. Ten en cuenta que por aquí pasan unos 9.000 peregrinos al año; 100.000 en total, desde que nos hicimos cargo del templo en 2008.
¿Qué le dicen los peregrinos al Cristo?
Dicen de todo, abren su corazón. Hay quien pide por un familiar enfermo, o a veces ellos mismos son los enfermos. Ha venido gente con cánceres incluso muy avanzados. A veces se les ha suicidado un hijo, o vienen a dar gracias por 25 años de matrimonio. Recuerdo a una pareja de lituanos, él pastor protestante; se acababan de casar y pedían por el nuevo camino que comenzaban en su vida. Lo más habitual es gente en búsqueda. De hecho, escriben creyentes o no de todas las religiones, pero solo un 20 % de cristianos practicantes.
Dicen que quien busca, encuentra…
Sí. Aquí suelo ver cambios profundos, humanos y espirituales. Se te abren y, en ocasiones, se abren a Jesús. Recuerdo a un empresario de Madrid, un alto ejecutivo, que solo llevaba dos días haciendo el Camino, pero se puso a llorar porque decía tener todo en la vida menos lo que estaba experimentando en aquella peregrinación. O un chico francés, que estando con nosotras se acordó de sus raíces cristianas y me pidió algo más para profundizar. Yo, claro, subí corriendo al ordenador para imprimir documentos que tenía guardados en francés. Y luego me impactó mucho el caso de una vietnamita viuda a la que le habían matado a su única hija el día antes de casarse. Son cientos de historias.
¿Qué importancia tiene la acogida para un católico?
Hoy en día la acogida gratuita y la escucha son importantísimas. La gente está muy sola y está acostumbrada a la vida en las ciudades. Encontrarte con alguien que te abre las puertas de su casa y que no te pide nada a cambio a muchos les deja tocados.