Estos grupos intentan vivir con alegría la octava de difuntos
La catedral de la Almudena acogió el sábado la Misa jubilar con Resurrección, una iniciativa de ayuda mutua desde la fe para acompañar en el duelo a aquellos que sufren por la muerte de un ser querido
Javier había superado su cáncer pero, en la primavera de 2021, la COVID-19 lo llevó a la UCI. Cuando su mujer, Adeli Portela, ya estaba midiendo las puertas de casa por si le daban el alta y necesitaba silla de ruedas, una llamada informó de que su marido había fallecido. «Te derrumbas, porque era el pilar de la familia», confiesa. «Para nuestros hijos, de 18 y 20 años, fue horrible. Tenían una relación muy cercana». Una amiga viuda de su parroquia, Nuestra Señora de la Visitación de Las Rozas, la invitó a un grupo de duelo que iba a empezar en Villanueva de la Cañada. «No lo dudé porque necesitaba sacar lo que tenía, que me ayudaran a poner nombre a mi herida y sanarla». La fe no le bastaba. De hecho, «te enfadas mucho porque has rezado, ofrecido Misas, y te preguntas por qué». Así que se unió a Resurrección, ese grupo parroquial de mutua ayuda al duelo que seguía el esquema creado hace 32 años en Argentina por el religioso camilo salmantino Mateo Bautista y que dos años atrás había empezado tímidamente en España.
Fue aprendiendo a «no preguntar por qué sino para qué y, sobre todo, a aceptar que era la voluntad del Señor». Y, por eso mismo, «el mejor plan para nosotros y para Javier. Él ya había cumplido su misión y ahora tenía que hacer otras cosas. Fue muy sanador». También la certeza de que «cuando Dios quiera vamos a encontrarnos», sin dejarse vencer por esos «qué pinto yo aquí ya». «Aprendes que el Señor tiene otros planes para ti y tienes que aprender a vivir de otra manera, tener otro proyecto de vida». Entre ellos, formarse como coordinadora para implantar Resurrección en su parroquia.

El pasado sábado, Portela dio testimonio durante la Misa jubilar que celebraron en la catedral de la Almudena los miembros y familias de los grupos Resurrección de las cuatro parroquias madrileñas donde están implantados: además de la Visitación, Nuestra Señora de los Ángeles y Santa Cristina, en la capital, y Beato Manuel Domingo y Sol en Majadahonda. También están en 15 de la diócesis de Getafe, donde arrancaron antes. Querían que la celebración estuviera abierta a todo el mundo —¿a quién no se le ha muerto alguien?— y, gracias a ser víspera de domingo, el templo se llenó.
Lo cuenta Jorge Megías, quien se estrenaba como coordinador en ese primer grupo al que fue Portela y ahora es delegado de Pastoral del Duelo de Getafe y coordinador nacional de Resurrección. Explica que son una vertiente de la pastoral del duelo entre otras, «como la escucha individual» en centros de escucha o grupos específicos, por ejemplo para padres. «Todas tienen cabida en la Iglesia, no compiten entre sí» ni con la ayuda profesional, que recomiendan si la ven necesaria. Lo característico de Resurrección es la ayuda mutua. Se forman grupos de ocho a doce personas donde cada cual comparte desde su experiencia, pero «lo que dice ayuda a los demás, pues todos tienen ideas que yo habría sido incapaz de pensar». A ello se suma, añade Portela, que «no se juzga, no se critica, no se comparan qué duelos y dolores son mayores».
- Una ronda de desahogo en la que todos cuentan cómo han pasado la semana.
- Una ronda temática en la que se responde a preguntas sobre el tema que se ha explicado esa semana.
- Una cadena de apoyo, en la que cada participante elige a un compañero y le envía un mensaje positivo.
- Un momento cristológico: «¿Qué haría Jesús sufriente en tu lugar?».
A lo largo de doce o 30 semanas —hay dos itinerarios posibles— en cada reunión se toca un tema: la culpa, el perdón, el desapego, la diferencia entre la resignación y la aceptación (que integra la nueva realidad en tu vida) o dónde está el ser querido. «Al empezar, la mayoría solo lloran. Con el paso de las semanas tienen más luz en los ojos, hasta hacen pequeñas bromas. Y se unen mucho», subraya el coordinador. Al final, al evaluar el grado de sanación de cada doliente la media es de 8,5 puntos sobre diez. Como Adeli Portela, algunos dolientes se forman luego para ser coordinadores y llevar el proyecto a sus parroquias. «Es la grandeza de que la propia Iglesia va generando agentes pastorales que, sin ser profesionales, están capacitados y entienden perfectamente a quien tienen delante», valora Megías.
El sábado, los peregrinos de Resurrección vivieron con especial intensidad el poder recibir para sus difuntos, con motivo del Jubileo, la indulgencia plenaria; todo un «regalazo». «Intentamos que en estas fechas de Todos los Fieles Difuntos y su octava vivan con especial belleza y alegría la comunión de los santos y la proximidad de sus seres queridos», explica Megías. Así, los invitan a visitar los cementerios y aplicar a sus fallecidos la indulgencia que también implica esta práctica. «Hay quien no tenía ni idea de lo que era esto y se quedan encantados».