Estad despiertos, para que podáis escapar de todo lo que está por suceder - Alfa y Omega

Estad despiertos, para que podáis escapar de todo lo que está por suceder

Sábado de la 34ª semana del tiempo ordinario / Lucas 21, 34-36

Carlos Pérez Laporta
Foto: Freepik.

Evangelio: Lucas 21, 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Comentario

«Tened cuidado de vosotros». Nuestras librerías están copadas de manuales de autoayuda. Cada vez más se habla de ponerse a uno por delante y cuidarse: tenemos que cuidarnos y no dejar que relaciones y trabajos nos pasen por encima, decimos. ¿Basta con eso? ¿En qué consiste realmente el cuidado de uno mismo?

Es posible que dedicando más tiempo a nosotros mismos vivamos más tranquilos. Pero es muy probable también que en realidad no sepamos qué hacer de nosotros. Por eso, la mayor parte de libros de autoayuda buscan contentarnos con lo que tenemos, y no son más que un ejercicio de estoicismo o de anulación del deseo. ¿Qué es lo que realmente necesitamos? «Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones». El cuidado de uno mismo consiste en desembotar el corazón; esto es, en sacar de él todas las distracciones que le impiden expresar su propia necesidad. Es necesario que el corazón pueda hablar con soltura de lo que realmente necesita, que pueda pedir lo que realmente le llena. ¿Qué y quién puede llenar realmente nuestro corazón? ¿A quién espera?

Cuidar el corazón es quitarle las distracciones y las restricciones, para permitirle desear con toda amplitud. En eso es maestra María, cuyo corazón esperó por encima de toda convención social y por encima de toda conformidad a Aquel a quien deseaba. María tiene un corazón puro porque se atreve a desear.