Esperar a Dios
Sábado de la 2ª semana de Adviento / Mateo 17, 10-13
Evangelio: Mateo 17, 10-13
Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús:
«¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les contestó:
«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
Comentario
Elías tiene que venir antes. Tiene que surgir «como un fuego», que su palabra queme «como antorcha» en nuestro interior, que haga venir sobre nosotros «el hambre» de Dios.
Es así como Elías «vendrá y lo renovará todo». Todas las cosas se renuevan, cambian su aspecto, su sentido y su intensidad cuando se espera a Dios. Dios hace todas las cosas nuevas cuando nos permite esperarlo todo, esperar el Todo, la plenitud de cada cosa. La esperanza de Dios renueva la faz de la tierra: toda la realidad se allana hacia Él, porque todo visto desde Él deja de ser obstáculo; todas las situaciones de nuestra vida se vuelve preparación del camino a Dios que ya llega.
Pero es necesario esperar a Dios que viene, tal y como venga. Abrirse de par en par, disponerse en una absoluta gratuidad al modo en que Dios quiera entrar en nuestra vida. Porque Elías ya ha venido «han hecho con él lo que han querido». Y nos que hacen con Elías lo que quieren tampoco pueden recibir a Cristo. «Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».
Hoy, en la celebración de la Bienaventurada Virgen del Loreto tenemos una imagen clara de quien con su sí ofreció toda su disponibilidad, por encima de su comprensión y sus fuerzas. Y su casa de Loreto se hizo la casa de Dios. Jesús habitó en María y con María.