Viaje apostólico al Congo: «Esperamos que aporte energía a los esfuerzos de pacificación»
La violencia en el este del país, zona a la que Francisco no puede ir, marcará la primera parada de su viaje. El Papa se encontrará con desplazados y los vecinos que los acogen
La República Democrática del Congo es un país plagado de cicatrices que no importan a nadie. En el territorio de Kivu del Norte, en el noreste del país, se libra una guerra cruenta, pero sin cámaras. «Es un genocidio silenciado que no sale en los periódicos, pero han sido asesinadas más de doce millones de personas», asegura el provincial de los sacramentinos, el sacerdote Ndondo Olivier. Además del poderoso grupo terrorista Movimiento 23 de Marzo (M23), que campa a sus anchas y que en los últimos meses ha intensificado el terror en un conflicto que supera los 25 años de duración, hay más de 110 milicias armadas activas. Una amalgama de guerrillas que, sin hacer mucho ruido mediático, siembran el pánico a su paso. «En las zonas ocupadas la situación es horrible. Los terroristas entran en los poblados de noche y arrasan con todo. Violan a las mujeres e incendian las casas», describe Olivier.
No hay resistencia posible. En esa región, la mayoría son supervivientes. Hombres y mujeres condenados al olvido de la comunidad internacional. Pero no para el Papa, que el próximo martes llegará a la capital del país, Kinsasa, con un mensaje de reconciliación y esperanza. Francisco quería viajar hasta Goma, en el este, para tocar con la mano la miseria de la gente. Estaba previsto en la agenda del viaje de julio, que fue aplazado por sus problemas de rodilla, pero finalmente esa etapa ha tenido que ser cancelada por motivos de seguridad. Tal y como explicó él mismo en una entrevista a Mundo Negro el pasado 15 de diciembre, no puede ir «por todo el avance guerrillero allí». «No voy porque tenga miedo yo, a mí no me va a pasar nada, pero con un ambiente así y viendo lo que están haciendo, tiran una bomba en el estadio y matan a muchísimas personas», añadió.
El tiempo le dio la razón. Pocos días después, un atentado con bomba en una iglesia evangélica dejó 17 muertos. Es una prueba más de la carnicería que deja tras de sí la guerra. En el origen del conflicto está el coltán, un mineral esencial para la frenética vida tecnológica occidental a partir del que se fabrican teléfonos móviles, videoconsolas y ordenadores. El control de las minas está detrás de las intervenciones militares directas organizadas o apoyadas por países limítrofes como Ruanda o Uganda en la región fronteriza de Kivu del Norte y Kivu del Sur. Este recurso natural envenenado también obliga a cientos de niños a trabajar de sol a sol en las canteras por menos de un dólar y medio al día.
La otra cara de la moneda son los desplazados. Más de cinco millones de personas han tenido que dejarlo todo por la incesante violencia. Pero en R. D. Congo no hay campos de desplazados ni agencias humanitarias. Son los propios vecinos los que acogen. Con ellos se reunirá el Papa en el segundo día en el país, después de celebrar una Misa multitudinaria en el aeropuerto Ndolo, en la que se esperan cerca de dos millones de personas. Todo un reto logístico. «Es el único espacio abierto que puede acoger a tantas personas. Se han instalado pantallas gigantes para que los que no puedan acceder sigan la retransmisión», asegura el sacerdote congoleño.
El último viaje de un Papa a la República Democrática del Congo fue hace 38 años, el de san Juan Pablo II en 1985. Ya había estado en el país cuatro años antes, en 1981. Por las calles de la capital —se ha decretado como zona de jurisdicción pontificia el área por la que circulará el Papa, limitando así el acceso— ya lucen las fotos de Francisco, que se encontrará con un país de casi 100 millones de habitantes sumido en la pobreza. «El 30 % de la población necesita ayuda humanitaria para poder vivir. El año 2023 será muy difícil. Los presupuestos de los países donantes han caído. Están sufriendo la inflación y el impacto de la guerra en Ucrania, por lo que destinan menos a la ayuda internacional», relata Daniele Mazzone, de la Fundación AVSI (Asociación de Voluntarios para el Servicio Internacional).
Con todo, asegura que la población «está entusiasmada» con la visita. «Esperan que aporte una nueva energía a los esfuerzos de pacificación en el país, en los que también está comprometida la Iglesia local. Su viaje significará más atención mediática para esta crisis relegada», incide. Con una fe incorruptible a pesar de las desgracias, la Iglesia católica es un signo de esperanza para los más desdichados.
Martes 31 de enero
- 16:30 horas. Bienvenida en el Palacio de la Nación de Kinsasa y visita de cortesía al presidente de la República.
- 17:30 horas. Primer discurso ante las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático.
Miércoles 1 de febrero
- 09:30 horas. Misa en el aeropuerto Ndolo.
- 16:30 horas. Encuentro con las víctimas del este del país.
- 18:30 horas. Encuentro con representantes de organizaciones caritativas.
Jueves 2 de febrero
- 09:30 horas. Encuentro con jóvenes y catequistas en el Estadio de los Mártires.
- 16:30 horas. Encuentro de oración con sacerdotes, diáconos, consagrados y seminaristas en la catedral.
- 18:30 horas. Encuentro privado con jesuitas.
- 09:30 horas. Reunión con los obispos en la sede de la Conferencia Episcopal.
- 10:10 horas. Despedida en el aeropuerto y salida hacia Yuba (Sudán del Sur).