Espejos deformados de la Historia - Alfa y Omega

Espejos deformados de la Historia

José Francisco Serrano Oceja

Semanas atrás, Alfa y Omega publicó un extraordinario número cuyo tema de portada estaba dedicado a un reciente congreso organizado por la Conferencia Episcopal Italiana. En la crónica de los actos, se recogían unas palabras del obispo anglicano y biblista Nicholas Thomas Wright, del que se decía se ha pasado su vida buscando y exponiendo los argumentos históricos de la resurrección de Cristo. «No sólo ofreció las pruebas históricas —resaltaba la información—, sino que, a través de la investigación histórica, mostró cómo son una auténtica locura las demás explicaciones que otros han ofrecido sobre los orígenes de la cristiandad». Pues bien, el libro del historiador británico Diarmaid MacCulloch, que está causando cierto furor en determinados ambientes culturales y editoriales, representa esa visión deformada por los espejos de algo más que la Historia. Es, en la clave de N. T. Wright, auténtica locura. Una visión deformada que, siguiendo a nuestro Max Estrella, por más científica y racional que se proponga, cae en el esperpento.

La introducción del libro, como síntesis de su lectura, merece una referencia, aunque sea la única referencia. El autor, que confiesa vivió su infancia en la rectoría de una parroquia rural anglicana, acompañado de la Biblia, se define «amigo sincero del cristianismo». Su pretensión es buscar, en las diversas formas de fe cristiana, «lo que entiendo que es el bien y, al mismo tiempo, señalar lo que creo es una locura». Ciertamente, lo que es una locura es la pretensión de hacer entender al lector qué es el bien -¿categoría moral?, ¿intelectual metodológica?, ¿de viabilidad sociológica?- del cristianismo, que es, en resumen, su bien.

Vayamos por partes. No seré yo quien comience utilizando un argumento ad hominem. Pero que, en un libro sobre la cristiandad —palabra que si remite a alguien, en su etimología y significado, es a Cristo—, el autor se empeñe, en pos de no sé qué asepsia metodológica, en citar las fechas, en vez de con la forma clásica de antes de Cristo (a. C.) y después de Cristo (d. C.), con la de antes de nuestra era (a. n. e.) y después de nuestra era (d. n. e.), me parece, como poco, un sarcasmo. Han sido varios los libros de autores españoles y de editoriales españolas de textos académicos en los que ya me he encontrado recientemente esta forma.

Sigamos por el principio: Historia de la cristiandad. Entiendo, después de leer las mil páginas de este volumen, por qué de la cristiandad, y no del cristianismo o de la cristianía. Largo sería adentrarnos en las diferencias y en la incidencia de matices. Pero el hecho de que se utilice la cristiandad, cuando al final el objeto de la deconstrucción es el cristianismo, es peligroso. He escrito deconstrucción en toda regla, en la medida en que aquí nos encontramos con un ejercicio filosófico, lingüístico e histórico de asepsia deconstructiva, destruir con guantes de látex, todo muy limpio. Por cierto, lo que acabo de decir no implica —los implícitos conceptuales— ninguna reivindicación de una especie de patrimonialización de la historia de la Iglesia, de sus formas, de sus instituciones. Lo que se debe insistir es que en un fenómeno, incluso desde el punto de vista de la mera ciencia histórica, tan complejo como la presencia del cristianismo en la Historia, no se puede tener un único criterio explicativo. Este libro sintetiza y representa gran parte del problema del diálogo cultural con quienes se sienten atraídos por el cristianismo, y la cristiandad y la cristianía, pero con un acercamiento claramente insuficiente.

Ciertamente, ésta es una historia de perspectiva global, que arranca con una sintética referencia a Grecia y a Roma y a Israel. Hay que advertir que muchas de las hipótesis, expresadas como teorías, que formula proceden del statu quo de lo que se está publicando en el mundo anglosajón, del que el autor es algo más que deudor. Así ocurre, por ejemplo, con gran parte de su concepción de la historia de Grecia y de algunas afirmaciones sobre la historia de Israel, en dependencia estricta de R. Lane Fox, que al final se convierten en un cacao considerable. Véase el caso de las citadas sobre las fechas de los acontecimientos narrados en el Pentateuco y las fechas de composición de los escritos de lo narrado en esos libros. No digamos nada una omnipresente obsesión por lo sexual, que a veces resulta irrisoria.

Llegamos a Jesús de Nazaret, el principio. Y, sinceramente, nos quedamos aquí. Porque las tesis sobre la redacción de los evangelios, las últimas investigaciones sobre las fuentes, sobre los métodos de análisis, sobre…, están muy lejos de una comprensión adecuada, certera y completa, es decir, una buena comprensión no de la teología, sino de la Historia. ¿Teología política? Ya quisiéramos…

Historia de la cristiandad
Autor:

Diarmaid MacCulloch

Editorial:

Debate

Año de publicación:

2010

Páginas:

1184

Precio:

28,45 €