España intentó deshacerse de todos los gitanos en 1749
La Iglesia de Madrid ha honrado la memoria de las víctimas con una Misa celebrada en la parroquia de San Francisco de Paula
Los gitanos ya llevaban más de 300 años en España pero, a pesar del arraigo, en 1749 se los quiso hacer desaparecer por completo. «Fue un intento de genocidio», reconoce Carlos Chevalier, de la Pastoral Gitana de Madrid, en cuya parroquia de San Francisco de Paula se celebró el pasado miércoles una Misa «por el eterno descanso de los fallecidos», para «pedir perdón a Dios por estos crímenes», para «promover la reconciliación y reafirmar el compromiso de la Iglesia con la justicia y la dignidad de todas las personas».
Aquel año el marqués de la Ensenada, Zenón Somodevilla, y el arzobispo de Oviedo, Gaspar Vázquez, miembros del Consejo de Castilla, firmaron la Real Orden para la Prisión de Gitanos. Que se llegara a esta situación, según el experto, «tiene que ver con el doctor, teólogo y filósofo Sancho de Moncada», quien, «en 1619, desarrolló un memorial económico para mejorar la economía nacional». En él, «proponía la expulsión total de los gitanos para lograr este fin».
Se había encendido la mecha y todo saltó por los aires la noche del 30 al 31 de julio de 1749. «Fueron encarceladas cerca de 9.000 personas», detalla Chevalier. Aproximadamente, se trataba de una cuarta parte de la población de esta etnia. El resto logró huir. «En aquella época no existía algo equivalente a lo que hoy es la Policía Nacional». Así, la tarea se le encomendó al Ejército; «pero los efectivos no eran suficientes y tardaron varios días en peinar el territorio». Un intervalo que sirvió para que muchos de ellos salvaran la vida. Literalmente, porque las condiciones del trabajo esclavo al que eran condenados eran inhumanas. «Los intentos de fuga, por ejemplo, se castigaban inmediatamente con la horca. Y la ralentización del trabajo se castigaba con el aumento de la carga y la reducción de la ración de comida».
El resultado fue la muerte de gran parte de los presos. Como dato, el colaborador de la Pastoral Gitana de Madrid habla del arsenal de Ferrol: «Allí se trasladaron a 543 personas y, tres años después, solo quedaban vivas 166».
El trabajo sigue
En la actualidad, la relación entre la Iglesia y los romaníes es bien distinta. «A finales de los años 50 se creó una pastoral específica destinada para ellos», subraya Chevalier. En 1965, Pablo VI se encontró en Pomezia (Italia), con miles de miembros, a los que les aseguró que «vosotros estáis en el corazón de la Iglesia». En 1971 «se celebró el primer congreso mundial gitano, promovido también por la Iglesia». Y ya en 2019, el Papa Francisco terminó de confirmar el cambio de paradigma cuando pidió «perdón al Señor y a ustedes, en nombre de la Iglesia, por las veces en que, en el curso de la historia, los hemos discriminado, maltratado o mirado mal», declaró el Santo Padre.
Mas allá de la Iglesia, «hay que seguir trabajando por la no discriminación», advierte Mari Carmen Cortés, técnica del Departamento de Igualdad y No Discriminación de la Fundación Secretariado Gitano, en conversación con Alfa y Omega. «Todavía hoy la seguimos sufriendo en nuestro día a día». De hecho, la fundación está impulsando la aprobación de una ley integral de reconocimiento, igualdad y promoción del pueblo gitano en España, «que permita reconocer nuestra historia y cultura, promover la igualdad y la no discriminación, garantizar el acceso a los derechos fundamentales y la participación social y política de las personas gitanas», concluye Cortés.