España ayuda a Cáritas Ucrania a luchar contra la trata de personas
La entidad ha enviado 214.000 euros para asistir a 125 víctimas al año y sensibilizar a 150.000 para que eviten caer en manos de las mafias
Desde que estalló la guerra a gran escala en Ucrania en febrero de 2022, sobre todo las primeras semanas, los voluntarios y trabajadores de Cáritas Ucrania intentaron dejar un mensaje muy claro a las personas que se dirigían a la frontera: «No os subáis en cualquier coche o autobús. Registraos ante las autoridades como refugiadas y dejad constancia de dónde y con quién vas». En definitiva, unos pocos consejos básicos para evitar que cayeran víctimas de la trata de seres humanos.
Ahora, gracias a una inversión de 214.000 euros aportados por Cáritas Española, y la misma cantidad de Cáritas Corea y de CAFOD (Cáritas del Reino Unido), podrán combatir la trata de forma mucho más sistemática.
El nuevo proyecto, «va a equipar a las personas que están en la primera atención con herramientas para identificar los casos en que es probable que una persona haya sido víctima de trata o de violencia sexual». Una vez identificadas, el objetivo es atender de forma integral a 125 víctimas al año durante los primeros dos años, brindándoles atención médica y psíquica, además de material y social. «Se trata de que pasen primero por un proceso de sanación para poder luego integrarse en la sociedad». También les ofrecerán asesoramiento legal. También se quiere reforzar la labor de prevención, para llegar a hasta 150.000 personas.
Aumentan los casos…
La experiencia la tienen, solo necesitaban los recursos. «Cáritas Ucrania lleva muchos años trabajando en la lucha contra la trata», explica Carmen Gómez de Barreda, responsable de los proyectos para Europa de Cáritas Española. Era frecuente que habitantes de las zonas rurales «salieran engañados con la promesa de un buen trabajo en otra ciudad u otro país».
Pero al llegar les quitaban el pasaporte y los llevaban a lugares desconocidos para someterlos a explotación sexual o laboral. Cáritas Española siempre ha apoyado esta labor, pues el tráfico de personas es «una de las situaciones de mayor vulnerabilidad de la persona».
Gracias a esta experiencia, cuando a raíz de la emergencia humanitaria muchos de los trabajadores especializados en esta labor llegaron como refuerzos a los centros locales de Cáritas, estaban preparados. Y «dieron la voz de alarma» al ver que acudían a ellos en busca de comida o alojamiento personas con «perfiles que podían ser de víctimas de violencia».
Estos incluyen «viajar con una ruta no muy clara», con personas que no son sus familiares directos, o parecía que podían estar engañadas. Otra señal de alarma es cuando «tienen unas ideas o sueños de lo que van a hacer en su lugar de destino que no son realistas», porque suele significar que alguien las ha engañado.
… y disminuyen las denuncias
Encontrar estos casos era lógico, porque «hay muchísimo desplazamiento interno, hasta 17 millones de personas, y eso es una situación de mucha vulnerabilidad». Desde el primer momento «se identificaron y atendieron los casos más evidentes», explica Gómez de Barreda. Pero hacerlo dependía de que los trabajadores o voluntarios de cada centro tuvieran esta preparación necesaria.
Al mismo tiempo, a Cáritas le sorprendió constatar que «solo hubieran acudido a los servicios sociales y se hubieran identificado como víctimas de trata una décima parte de las personas que en años anteriores». La guerra había hecho que pedir ayuda fuera mucho más difícil.
A la vista de ambos fenómenos, la entidad católica se dio cuenta de que era necesario «sistematizar el trabajo, de manera que la prevención, identificación y acompañamiento fueran más efectivos». Se trata de un problema que requiere una atención «específica y especializada» que ahora es más necesaria que nunca.
Antes de la invasión, «se trabajaba con los servicios sociales de las distintas regiones y con la Policía», explica Gómez de la Barreda. «Esos procesos ahora están parados», pues las instituciones están desbordadas a causa de la guerra.
Aunque el programa lo llevará a cabo Cáritas Ucrania —la rama de Cáritas de la Iglesia grecocatólica—, «están en conversaciones también con Cáritas Spes», la rama latina. «Es un tema que preocupa a todo el mundo, pero quizá esta otra entidad no tenía esa experiencia y necesita más tiempo para poner un proyecto en marcha».