Esclavos del algoritmo y de la prisa - Alfa y Omega

Esclavos del algoritmo y de la prisa

Alfa y Omega

No nos engañemos. Si uno se para a pensar con calma, es pavoroso que, después de tener una conversación con amigos sobre un perfume favorito o un restaurante de migas extremeñas, aparece al entrar en internet en el dispositivo móvil un anuncio de, precisamente, esa marca o ese mesón especializado en platos de cuchara. Embebidos por el día a día, este intervencionismo se puede racionalizar diciendo que es una ayuda: el teléfono espía manda una información útil que tiene como consecuencia facilitar la vida al ciudadano medio, asfixiado por la prisa. La cuestión es que el algoritmo no solo escoge un restaurante. También decide que quien vive en un barrio de clase media-alta de Madrid podrá pagar más por ese hotel de vacaciones que un habitante de Don Benito. Una aseguradora de Estados Unidos que tenía un hospital y usaba un algoritmo para decidir a quién se atendía antes descubrió, al auditarlo, que, como los datos que tenían eran económicos, estaban priorizando a las personas por potencial gasto, no por la urgencia de la atención médica. Todo avance es progreso, pero, esta vez, hay que poner puertas al campo. Alberto Pena y su equipo, en Sevilla, están en ello y les damos voz.

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