¿Es que pueden guardar luto mientras el esposo está con ellos? - Alfa y Omega

¿Es que pueden guardar luto mientras el esposo está con ellos?

Sábado de la 13ª semana de tiempo ordinario / Mateo 9, 14‐17

Carlos Pérez Laporta
'Jesucristo' por Nicolas Bazin. Albertina, Austria
Jesucristo por Nicolas Bazin. Albertina, Austria. Foto: www.europeana.eu.

Evangelio: Mateo 9, 14‐17

En aquel tiempo, los discípulos de Juan se acercan a Jesús, preguntándole:

«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo:

«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegará días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.

Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor.

Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres; se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan».

Comentario

Durante el verano nos permitimos relajarnos. Más comidas y bebidas. Menos cuidado de la dieta y, sobre todo, menos ascesis. Es raro que en el verano hagamos grandes sacrificios con la comida o con la bebida. Porque durante el verano tratamos de descansar. Buscamos en la distensión un remanso en el que reposar para recuperar fuerzas para el curso.

Para el cristiano, sin embargo, no es la estación la que marca primero la posibilidad del descanso. Sino la presencia de Cristo: «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?». El cristiano recupera sus fuerzas, las razones por las que sacrifica la vida, en la medida en que se encuentra con Cristo. En la medida en la que está con Él. Sólo Él motiva nuestro trabajo, nuestra dedicación a la familia y nuestra entrega a amigos y obras buenas. Por Él merece la pena todo.

En ese sentido es necesario aprovechar la distensión del verano para encontrarse con Cristo. Que podamos gozar de la comida y la bebida durante la época estival porque podemos reconocerle en los rostros de los que comen con nosotros. Que nuestros familiares y amigos puedan descansar también al reconocer a Dios mientras banquetean con nosotros. De lo contrario, el descanso del verano será una ficción que nos lenará de mas angustia a la hora de volver: «Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan». El verano sin Cristo es aparentemente una renovación, una huída. El verano tiene que consistir en el vino de Cristo que al verterse en nosotros renueva los odres de nuestra naturaleza, y nos permite volver al trabajo con fuerzas renovadas.