«Es Otro el que construye la casa» - Alfa y Omega

«Es Otro el que construye la casa»

Juan Orellana lleva ya una semana viviendo en la Casa de Acogida Nuestra Señora de la Almudena. Allí se ha trasladado, con su mujer y sus hijos, junto a otras dos familias, para abrir sus puertas a niños en régimen de acogida. La Casa contará, además, con un módulo en el que vivirán madres en situación de exclusión con sus hijos, y un centro de día para formación profesional de jóvenes. Será inaugurada mañana por el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela

Cristina Sánchez Aguilar
Las tres familias (don Juan Orellana, el primero a la derecha), con algunos de sus hijos, ante la puerta de la Casa.

Don Juan, ¿qué ha aprendido aventurándose en este proyecto?
A darme cuenta de que, si hubiera sido algo mío, que cargo sobre mis hombros, habría abandonado hace tiempo. Por mi naturaleza, soy una persona que quiere tenerlo todo bajo control. Con 47 años, ya tenía mi vida organizada, una estabilidad personal…, y de repente me veo empezando una nueva vida, radicalmente diferente. El día de la mudanza me estremecí un poco: llegar a una casa nueva, convivir con personas diferentes a mi familia —con lo que la convivencia conlleva, que también implica un sacrificio—… no es fácil.

La Casa sale adelante sólo con donaciones privadas: un milagro…
Así es. Muchas personas se han desprendido de grandes sumas de dinero para ayudarnos. Esto me ha hecho aprender una lección muy grande: es Otro el que construye la casa. Y ese Otro se encarga de que todo salga como Él quiere que salga. Ésta es la razón por la que tengo la tranquilidad de que, si este proyecto fracasara en el futuro, no será un fracaso personal. Ya está siendo un bien para mí. Dios sabe por qué ha puesto este proyecto en marcha y Él sabrá cómo y cuándo tendrá que terminar. Yo sólo he estado atento a los signos, y he dado un . Un siempre sostenido por mis amigos.

Amigos con los que convive, porque las tres familias que se han mudado a la casa coincidieron, previamente, en la Asociación Familias para la Acogida.
Por propia experiencia, puedo decir que estar solo o acompañado puede suponer la diferencia en que se arruine, o no, el proceso de acogida de un niño. Por ejemplo, yo bajo a tirar la basura y me encuentro con mi amigo en el portal. Esa cotidianeidad hace que los problemas que surgen, las fatigas y los cansancios, tengan un apoyo.

El acogimiento supone cuidar de un niño un tiempo y, cuando uno menos lo espera, que vuelva con sus padres biológicos. ¿De dónde viene la fortaleza para el encariñamiento y la posterior separación?
Hay que tener muy claro lo que quieres. Si quieres un hijo propio, adoptas. El que acaricie la idea del acogimiento, ha de saber que es otra vocación: tú abres la casa al hijo de otros y lo acoges como tuyo. El vínculo es único, y dura para siempre, como el que tenemos nosotros con el niño que estuvo en casa, y que ahora vive con unos padres adoptivos.

Para mí el acogimiento ha sido una educación para la vida, pero no se puede acoger si no se vive una experiencia radical de agradecimiento.

Vamos, que en el fondo la experiencia positiva es recíproca: tanto para el niño acogido como para usted y su familia.
Podíamos haber no acogido, y seguir siendo buena gente, como el resto. No nos lo ha exigido nadie. Acogemos porque creemos que, si no lo hiciéramos, perderíamos un bien para nuestras familias. Ya tenemos las experiencia de que nos ha construido como personas. Y cuanto más das, más recibes.

La Casa de Acogida Nuestra Señora de la Almudena busca ser una pica en Flandes en el acogimiento familiar.
Así es. Normalmente, el acogimiento se entiende como atajo para la adopción, pero nosotros no queremos trabajar en ese sentido, sino en el acogimiento temporal: que en nuestra casa entren y salgan niños constantemente, que se trabaje con las familias biológicas y los menores retornen a sus familias.

¿Hay una conciencia real de lo que significa acoger?
No. Como el acogimiento es más fácil, la gente lo hace, pero en realidad lo que busca es una adopción, tener un hijo propio con sus apellidos. Con esa mentalidad, lo que ocurre es que se deja a los padres biológicos del niño fuera de juego, porque son una amenaza. De hecho, el padre acogedor y el biológico nunca se llegan a ver, lo que a nosotros nos parece terrible. Esto sólo debería pasar en casos muy extremos, y son los menos.

¿Y entonces, qué es la acogida?
En el acogimiento, el niño tiene a sus padres, que ahora no pueden cuidar de él, y durante ese tiempo la familia acogedora le abre las puertas de su casa. Pero el día que se vaya, supone una alegría, no una tristeza. Porque el pequeño tiene que estar con tus padres.

¿Genera un conflicto en los menores la doble pertenencia?
No hay problema. Los niños pueden entender, perfectamente, que tienen dos padres y dos madres, los de acogida y los biológicos. Y no supone un conflicto, a no ser que se lo creen externamente. Incluso algunos niños están orgullosos de tener dos mamás, la que les cuida ahora, y la biológica, que ahora no se puede encargar de él. Pero, para eso, es importante cuidar las visitas de los padres y la relación. Por ejemplo, recuerdo el caso de una historia de una madre de acogida que buscó a la biológica, y ahora son amigas del alma. Cuando vencieron el miedo, vino la gratitud, porque la madre biológica entendió que, gracias a esa mujer, su hijo estaba bien.

¿Se necesitan familias de acogida en Madrid?
Por supuesto, y cada vez más. La desestructuración social, familiar, y ahora económica, hace que los tejidos se rompan por el hilo más fino, que son los niños. Hay muchísimos adolescentes en situación de abandono, matrimonios de conveniencia que luego no se ocupan de los hijos, adopciones truncadas…

Para más información: www.familias-acogida.es