Es la hora de la sociedad civil. Es nuestra hora

La razón ha muerto. O, si damos una oportunidad a la esperanza, está en un estado de coma profundo. Con ella la tradición, que respira de forma artificial intentando sobrevivir al martillo machacón de la modernidad y su mal entendida libertad, que acecha para desconectarla de la máquina definitivamente. Mientras, la emoción ensancha con alegría sus tentáculos, más vivita y coleando que nunca.

En el año 2023 somos lo que sentimos. Bien lo saben empresas y políticos, a quienes hemos regalado el presente y el futuro del engranaje social y económico de nuestro país. Están aprovechando la oportunidad, no hay duda. Leyes exprés condicionadas a un sentimiento volátil; educación limitada de las masas para favorecer el pensamiento único y dirigido; atragantamiento de reels para anestesiar el cerebro, solo ocupado en querer ser quien no se es. Y, mientras tanto, los que ostentan el poder, muertos de risa desde sus poltronas, ven un ejército de clones acríticos moverse detrás de la flauta de Hamelín. Es la hora de despertar del letargo. De sacar del coma a la razón. De dar una patada al martillo de las supuestas libertades y revivir la belleza de la tradición. Es la hora de la sociedad civil. Es nuestra hora.