Encapricharse no es enamorarse - Alfa y Omega

Encapricharse no es enamorarse

Maica Rivera

La Colección Austral Cuentos se estrena por todo lo alto con Francis Scott Fitzgerald (1896-1940). Recién liberados los derechos de su obra maestra, El gran Gatsby, y proliferando, en consecuencia, las ediciones de esta famosa novela, sirvan estas narraciones breves de preámbulo o contexto.

El volumen abre con «Bernice a lo garçon», una historia de final inesperado, que publicó originalmente The Saturday Evening Post en mayo de 1920 y fue adaptada dos veces por la televisión. Está protagonizada por la joven Bernice, que será aleccionada por su prima Marjorie para convertirse en la más popular del baile; es decir, asistiremos a un proceso de reeducación en la banalidad de la primera en medio de un violento clima de competitividad entre ambas. Sigue el relato «El palacio de hielo», sobre la encrucijada de Sally Carrol Harper a los 19 años: quedarse en Georgia, dentro de un círculo vicioso de citas con pretendientes que se repiten en absoluto tedio, o emprender otra vida con su prometido, Harry Bellamy, de Asheville, en el norte. La segunda y más alentadora opción se revelará, sin embargo, inviable, debido a que el nuevo entorno, lejos de convertirse en hogar, se transformará por culpa de los prejuicios de unos y otros en un lugar hostil, poco acogedor para que la joven forastera se sienta en familia.

«El niño bien» da testimonio a continuación del fracaso de un hombre de la alta sociedad neoyorquina llamado, en principio, al éxito. Lejos de idealizaciones, el relato pretende dar crónica real de la vida de los ricos a través de la figura del esnob Anson Hunter, quien, debido al estatus de supremacía que le concede el patrimonio familiar desde niño, jamás asumirá en adelante no ser el centro de cualquier grupo humano, bien por dinero, posición o autoridad. Nacido y arropado para el triunfo, le veremos, sin embargo, cada vez más desvalido, y acabará pagando un alto precio de soledad por su comportamiento narcisista, errático, desleal y veleta con las mujeres a las que va diciendo amar de sarao en sarao. El colofón lo pone «Retorno a Babilonia», cuento protagonizado por Charlie, un hombre de 35 años en proceso de recuperación de sí mismo –acaba de superar su adicción al alcohol– y, sobre todo, de recuperación de la custodia de su pequeña hija, perdida a raíz de una vida de juerga y desenfreno con su mujer.

Quedan muy bien marcadas en estas páginas, incluso cronológicamente, las claves emocionales del auge y caída de la sociedad norteamericana en los años 20. La euforia del próspero comienzo de la década deviene en la profunda depresión desencadenada por el crac del 29, quedando por el camino una serie de sueños y aspiraciones generacionales mal cimentados en valores clasistas y materialistas. Scott Fitzgerald deja una galería de tipos humanos de esta denominada «era del jazz», magistralmente dibujados en tales coordenadas, frágiles por culpa de su frivolidad, a la deriva existencial, que confunden afectos con dependencias. El derrumbamiento de su mundo aparentemente perfecto muestra consecuencias como la condena al ostracismo de los venidos a menos por parte de las falsas amistades.

A su vez, estos escritos cortos, con su componente autobiográfico, delatan los dramas íntimos del autor. Tampoco su vida fue el esperado cuento de hadas; no fue capaz de gestionar el éxito ni su economía a causa del lifestyle en el que se embarcó con su mujer, la bella sureña Zelda Sayre, de fiesta en fiesta a todo lujo, y de un alcoholismo que fue a peor.

La conclusión de todas las historias e intrahistorias podría resumirse en una frase de común denominador: encapricharse no es enamorarse. El amor y la vocación, en todas sus acepciones, no responden jamás al capricho.

Cuentos de Scott Fitzgerald
Autor:

Francis Scott Fitzgerald

Editorial:

Austral

Año de publicación:

2021

Páginas:

176

Precio:

6,60 €