«En Siria, los cristianos están en riesgo de desaparecer» - Alfa y Omega

«En Siria, los cristianos están en riesgo de desaparecer»

El fuego entre soldados israelíes y las milicias afines a Irán mantiene en ruinas la ciudad de Quneitra. En Damasco, Teherán financia el chiismo

Nicolò Ongaro
Sleiman es pastor y una de las pocas personas que quedan en Quneitra, destruida como daño colateral
Sleiman es pastor y una de las pocas personas que quedan en Quneitra, destruida como daño colateral. Foto: Nicolò Ongaro.

Llegamos a Quneitra. El pequeño pueblo del sur de Siria, cerca de la meseta del Golán, es hoy un amasijo de escombros. Durante la Guerra de los Seis Días, en 1967, fue escenario de importantes enfrentamientos entre los Ejércitos sirio e israelí, quedando completamente destruido. Desde entonces Israel ocupa gran parte del territorio, incumpliendo las peticiones de la ONU de su devolución. Inmerso en una naturaleza salvaje, ventosa y árida, Quneitra está hoy rodeado de bases militares israelíes.

En el horizonte se aprecia una barrera de alambre de espino, detrás de la cual se alzan unas altas turbinas eólicas que, con su movimiento constante, surten las necesidades energéticas de las bases militares en las inmediaciones. Desde aquí, los ojos de los soldados israelíes vigilan incesantemente los movimientos, en la meseta del Golán, de la milicia libanesa chií —Hizbulá— y los grupos leales a Irán. Presentes en Siria desde 2011 bajo invitación de Bashar al-Assad, estos combatientes apoyaron al Gobierno sirio en la guerra contra los grupos rebeldes, incluyendo el ISIS. Desde entonces no han abandonado el país, lo que ha provocado que Siria e Israel nunca lleguen a un acuerdo de paz. Este, a día de hoy, es escenario de numerosos ataques por parte del Estado judío, que no van dirigidos, según las declaraciones de Tel Aviv, contra el Gobierno sirio, sino contra los grupos de Hizbulá y las milicias iraníes presentes en el territorio.

Antaño llegaron a vivir 20.000 personas en Quneitra
Antaño llegaron a vivir 20.000 personas en Quneitra. Foto: Nicolò Ongaro.

Aquí viven cada vez menos civiles, la mayoría son pastores. Entre ellos Sleiman, que viste su kuffiah roja para protegerse del calor, con su bastón en mano para guiar a su rebaño. Cuenta cómo los soldados israelíes se acercan a menudo para pedirles información sobre las milicias enemigas en el entorno. El miedo en sus ojos es evidente. La posibilidad de un estallido de guerra, según los lugareños, es real.

Teherán paga la expansión chií

Para conocer la cultura chií hay que salir de Quneitra y dirigirse a Damasco. Aquí, a diez kilómetros al sur de la capital, hay un pueblo construido alrededor de la mezquita Sayiddah Zaynab, un importante lugar de culto y uno de los más populares entre los musulmanes chiíes. Aquí llegan miles de peregrinos para rendir culto a Zaynab, nieta de Mahoma. El pueblo que se ha desarrollado, cuyo nombre es el mismo de la mezquita, alberga hoy una gran comunidad chií en Siria. Antes del estallido de la guerra civil en 2011, apenas representaban el 1 % de la población, hoy son alrededor del 13 %. Procedentes principalmente de Líbano e Irak, además de Irán, Afganistán, Baréin, Pakistán y Arabia Saudí, la población de Sayiddah Zaynab ha crecido exponencialmente gracias a la ayuda económica de Teherán. Ellos han hecho posible que la ciudad experimente un importante proceso de expansión: grandes edificios en construcción, algunos de ellos hoteles que algún día albergarán a altos funcionarios iraníes, nuevas zonas residenciales e intrincados mercados crean un laberinto urbano lleno de vitalidad.

Los cristianos, camino de paz

En Siria, las comunidades musulmanas conviven con las de fe cristiana. El hermano franciscano Fadi Azar, palestino de origen, nacido en Jordania y destinado a Siria, pronostica un futuro
preocupante. La comunidad cristiana en el país representaba, hasta hace pocos años, casi el 10 % de la población; hoy es inferior al 4 %. «La guerra entre Israel y Palestina genera miedo en nuestra comunidad. Muchos, mayoritariamente jóvenes, ya han huido de Siria, rumbo a Europa, Canadá o Australia. Buscan un futuro mejor, sin guerras», cuenta a Alfa y Omega. Azar se alegra de que  estos jóvenes «tengan grandes esperanzas», pero «me pone muy triste ver cómo nuestra comunidad cristiana en el mundo árabe está desapareciendo. Y esto a causa de un conflicto entre Israel y Palestina que ya lleva 76 años afectando a todo Oriente Medio».

Georges Sabe, hermano marista, explica cómo la comunidad cristiana en Siria, de la que forma parte, busca un camino hacia la paz. Aunque la tensión con Israel ha aumentado, la posición de su comunidad no ha cambiado: se enfoca en la búsqueda de convivencia y armonía entre cristianos, musulmanes y demás confesiones. «En nuestros programas educativos enseñamos a los niños a resolver sus diferencias, sus inquietudes y problemas a través de la no violencia», revela Sabe, pues los chavales proceden de diferentes confesiones. El rol de la comunidad cristiana, a día de hoy en Siria, es fundamental. Es un actor clave en el diálogo entre comunidades, buscando una solución justa para todos, sentando las bases para que no vuelva a arraigar un fanatismo religioso con el que todos saldrían perdiendo.