En esta parroquia «no se enseña a nadie la salida» - Alfa y Omega

En esta parroquia «no se enseña a nadie la salida»

Nuestra Señora del Pilar de Campamento sigue siendo un referente en un barrio en cambio. «A nadie le pedimos el pasaporte», dice el párroco

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Sacerdotes y fieles tienen claro que el templo está volcado al barrio
Sacerdotes y fieles tienen claro que el templo está volcado al barrio. Foto: M. Peinado.

La parroquia Nuestra Señora del Pilar de Campamento, un emblemático barrio al suroeste de la capital, tiene en realidad más años que los que presenta el edificio actual. En la zona había antaño una parroquia militar que daba servicio a la multitud de familias de militares que acudían cada día a alguno de los numerosos cuarteles de la zona. Los sacerdotes no han logrado averiguar por qué se demolió, pero un tiempo después se levantó, en otro lugar, el templo actual. Tras más de 50 años de historia, esa presencia castrense sigue en aquellos militares ya jubilados y en los hijos y nietos de otros que ya han fallecido y que han heredado sus casas.

Sin embargo, el barrio ha cambiado mucho con la llegada de una gran población inmigrante, sobre todo latinoamericana: venezolanos, ecuatorianos y otros. «Pero a nadie le pedimos el pasaporte», bromea el párroco, José Galera. De este modo, por el barrio y por la iglesia transitan tanto españoles de varias generaciones como familias latinas, normalmente más jóvenes. «Lo bueno es que esto no es un gueto, sino una comunidad mezclada, donde se procura que todo el mundo comparta vida, aunque luego cada cual encuentre su grupo», añade Galera. «La tentación es estar solo con quienes más empatizas, pero eso no es bueno».

Muchos inmigrantes llegan con situaciones familiares complejas: matrimonios rotos o nuevas uniones, entre otros. Pero la estrategia pastoral es clara: «A nadie se le aísla y a todos los acogemos, los invitamos a participar, a rezar, a integrarse en un grupo, a venir a Misa aunque no puedan comulgar», cuenta el sacerdote. «Y lo llamativo es que la gente agradece mucho que aquí a nadie se le enseñe la puerta de salida», abunda.

Presión inmobiliaria

El barrio sigue teniendo el aire de pueblo que siempre ha tenido. «Si estornudas en un extremo del barrio, a los cinco minutos ya lo saben en el otro», ríe el cura. A esta peculiaridad ayuda quizá que el barrio se encuentra limitado geográficamente por la A-5, la carretera de Boadilla y la avenida de los Poblados. Sin embargo, como sucede en tantas zonas de Madrid, no escapa a la presión inmobiliaria: «Los precios de las viviendas están subiendo y muchas familias ya se han marchado, incluso a otras provincias», lamenta el párroco.

En este contexto, «la parroquia es un verdadero referente para cualquiera que tenga algo de fe». En catequesis hay unos 100 niños de Primera Comunión, un grupo de 30 preadolescentes y otros tres cursos de preparación a la Confirmación, con unos 15 cada uno. La mayoría son latinoamericanos, igual que en el grupo de preparación sacramental de adultos.

Los jóvenes de la parroquia en el Jubileo para ellos en Roma
Los jóvenes de la parroquia en el Jubileo para ellos en Roma. Foto: Nuestra Señora del Pilar Campamento.

Un grupo de jóvenes ha participado en el Jubileo: muchos de ellos son catequistas y monitores del campamento, muy implicados en la vida parroquial. Otro grupo de jóvenes de más edad, que llevan toda la vida en la parroquia, siguen reuniéndose regularmente. Por su parte, la adoración nocturna reúne a los más veteranos. «Es uno de los pulmones espirituales de la parroquia: da oxígeno a todo lo demás», asegura Galera.

Ese «todo lo demás» incluye la labor de Cáritas, referencia para los recién llegados y para quienes, de repente, ven que la vida los aprieta. Allí se ofrece ropa, alimentos, ayuda para pagar recibos, cursillos de capacitación laboral. Muchos están en situación irregular, pero se intenta orientarlos y acompañarlos hasta que puedan salir adelante.

Las calles de Campamento acogen muchas procesiones
Las calles de Campamento acogen muchas procesiones. Foto: Nuestra Señora del Pilar Campamento.

Las próximas fiestas parroquiales, el 12 de octubre, «serán como siempre un acontecimiento para todo el barrio», pues esta es una parroquia que mira a la calle. «Nos gustan mucho las procesiones», sonríe el párroco, que menciona las de Semana Santa, la del Corpus y la de la Virgen del Pilar: «Muchos vecinos salen con nosotros y se acercan al Señor y a la Virgen. Este barrio no es ateo ni indiferente; cada uno vive la fe a su modo, pero Dios está presente en sus calles».