En el horizonte de la JMJ - Alfa y Omega

En el horizonte de la JMJ

El cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco, ha concedido la siguiente entrevista, realizada, en la Cadena COPE, por el sacerdote Javier Alonso Sandoica. Dice en ella:

Javier Alonso Sandoica
Un momento del acto académico, presidido por el cardenal arzobispo de Madrid, del comienzo de curso de ‘San Dámaso’, el pasado 1 de octubre.

El viernes pasado se inauguró el curso en los Centros académicos San Dámaso. Parece que la vida académica en nuestra diócesis goza de buena salud…
Se trata de centros de estudios eclesiásticos, Facultades de estudios de ciencias que tienen que ver con la teología o con ciencias al servicio de la gran propuesta teológica de la Iglesia, desde el punto de vista científico y pastoral. San Dámaso se compone en la actualidad de la Facultad de Teología, de la Facultad de Filosofía, de la Facultad de Lengua y Literatura cristiana y clásica, del Instituto superior de Derecho Canónico y del Instituto superior de Ciencias Religiosas. Es todo un complejo que se ha ido desarrollando estos años a partir de la Facultad de Teología, que se erige a partir de 1996, por impulso y aliento de Juan Pablo II. Esa semilla fue desarrollándose siempre en relación con la misión de la Iglesia y el anuncio del Evangelio, a través de ese diálogo fe y razón, del que habla tanto Benedicto XVI: esa fe que busca a la razón, para llegar al hombre que busca la verdad y que quiere hacer el bien; y también de la razón que busca la fe, como muestran los muchos jóvenes que tenemos en la Facultad de Teología, casi 600 alumnos, entre los que más de 300 son seminaristas, y también hay sacerdotes, doctorandos, muchos seglares… Todos llevan en su experiencia personal toda la carga de una sociedad vacilante, dudosa, agnóstica, relativista, con proyectos de vida individualistas, sin plantearse cuál va a ser el futuro, o qué hay después de la muerte, porque la gente piensa que se puede vivir la vida sin plantearse esa gran pregunta ni, sobre todo, la respuesta a esa gran pregunta. Eso lo viven los jóvenes de este tiempo, y es algo que analiza muy lúcidamente el Papa Benedicto XVI en su Mensaje para la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Esa postura existencial ha llevado a los jóvenes a que busquen la respuesta en nuestros centros de estudios de San Dámaso, a encontrar la respuesta de la teología y las ciencias que conviven con ella. Se trata de una respuesta intelectual, pero también de corazón, para encontrar el camino de la vida.

El Seminario de Madrid comienza también su curso con la JMJ Madrid 2011 por delante.
San Dámaso está en gran medida al servicio de la formación de los aspirantes al sacerdocio, naturalmente también al servicio de la formación de los consagrados y seglares comprometidos. Ciertamente, el Seminario Conciliar y el Seminario diocesano misionero Redemptoris Mater han comenzado el curso con un número de seminaristas que ronda los 200 en total. También están los seminarios de nuestras dos diócesis hermanas, Alcalá de Henares y Getafe, con abundante número de seminaristas también. Para todos ellos empieza el curso con la JMJ como reto, y también como luz para comprender su vocación, para vivirla con toda generosidad, como hacía el santo Cura de Ars, para que puedan responder a ese ideal a fondo, con la vida y con la formación intelectual pastoral y humana.

Ha presidido también una Misa de acción de gracias por la beatificación de la Madre María de la Purísima.
Sí, ha sido beatificada en Sevilla, pero era madrileña de la parroquia de la Concepción, una joven de los años 20-30 que se encuentra con el Señor y conoce a las Hermanas fundadas por santa Ángela de la Cruz y piensa que puede ser para ella un camino extraordinariamente fecundo, para ella y también para la Iglesia, y también para la sociedad de aquellos años, en los que el dolor, la pobreza y la explotación de las personas estaban muy mezclados. Ante ello, quiere dar testimonio de Jesucristo pobre en lo más hondo de la forma de concebir la vida, que no busca el poder ni la gloria de este mundo, para llevar la vida de Dios que salva al hombre, que se hace sencillo hasta el final último en el desprendimiento de la Cruz. María de la Purísima se entusiasma con ello y se convierte en la séptima Madre General de las Hermanas de la Cruz, tocándole conducir la Orden en la época del postconcilio. Ella vive su vocación de tal manera que aplica todo lo que el Concilio Vaticano II dice sobre la vida consagrada, de forma genial, en el apostolado y la entrega de las almas. Es una congregación riquísima en vocaciones, y así lo pudimos ver el día de la beatificación. Nuestro Señor rubrica con fecundidad vocacional el acierto de esta mujer santa que lleva su Congregación con fidelidad al Señor y a la Iglesia.